martes, 27 de octubre de 2009

La culpa no es de la vaca… es del Dj

Este Post lo escribí el viernes 16 de octubre como a las 12:20 de la noche. Otro post que se había quedado rezagado por ahí.

Yo puedo ir a cualquier parte a echar cuentitos y tomarme un trago, pero al momento de elegir el lugar en el que quiero gastar mis platitas prefiero ser exigente, para que todo valga la pena.

Hay pocos factores a tomar en cuenta, pero son de suma importancia. Primero: no hacer cola para entrar; segundo: poder vestirme como me dé la gana y tercero pero más importante: escuchar buena música.

Mi local de confianza siempre cumplió con las tres, hasta hoy. ¿Qué clase de Dj es ese?. Debe ser un tipo con un gusto muy pobre, porque la música era sencillamente una MIERDA. Tienes que ser demasiado malo en lo que haces para correr a los clientes de un buen local. De verdad sentí que era la misma canción de Ricardo Arjona o de Maná una y otra y otra vez. El tiempo que estuve ahí (unas escasas dos horas) fue la misma fastidiosa canción. Ese estilo mal-pegajoso que es como medio ska, medio hip-hop pero en español. No sé, una vaina horrible. Lo sorprendente del asunto es que no sólo no me gustó, sino que estaba muerta del sueño y sin nada de ganas de hablar de nada. Créanme, eso en mí no es normal. Era como una canción infinita de cuna, directamente del infierno.

Una velada prometedora de viernes por la noche, se convirtió en una pesadilla de ska españolote. Era como ver Star Wars y tener que calarte a Luque Trotazielosh regañando a Cetrespeo o a Erredosde-dos (y OJO yo no tengo nada en contra de España, ni de los españoles, ni nada de eso, pero Star Wars así es fea y eso es verdad). Grave.

Ojalá que un incidente de esta magnitud no vuelva a repetirse porque me niego a salir de la comodidad de mi hogar y renunciar a mi tan completo y variado itunes, para escuchar semejante atrocidad que debería ser condenada con la pena de muerte.

De lo bueno poco

Este Post lo escribí el jueves 15 de octubre como a las 2:00 de la madrugada (luego de unos merecidos mojitos), pero no había tenido chance de subirlo.

Es raro encontrarse con la misma clase de belleza con tanta frecuencia, pero he tenido suerte y eso siempre es bueno.

En Caracas hay muy pocos sitios a los que se puede ir a disfrutar de un mojito, escuchar buena música, relajarse y ver rostros desconocidos; sin embargo, gracias a los dioses y a un par de panas con buenas ideas, existe un lugar muy cool cerquita de la casa y desde que abrió sus puertas para recibir a náufragos de concreto como yo, se ha convertido en territorio de confianza. Estoy enamorada del local.

El sitio tiene muchos encantos y desde hace un par de semanas, hay un encanto en particular que vale la pena ver. Sí chicuelas, el ejemplar es atípico y está en peligro de extinción. Lástima que el tema central de mi nota no sea él, sino el detallito que encarceló mi atención y más nunca la dejo libre. Vayamos al grano: sí, el local es finísimo y sí, ok, el tipo es HERMOSO, pero no es eso en lo que perderé mis letras, sino en la jeva pasadita en años que lo acompañaba.

Seamos sinceras. A nosotras siempre nos ha dado curiosidad cómo es el “culo” del príncipe, hasta tal punto que dejamos de verlo a él, para detallar (y criticar) hasta el último rincón de la señorita (o señora, no lo sabemos) en cuestión. Y si lo vemos solo, nos gusta imaginarnos que la afortunada es una tipa bellísima, con buen estilo, simpática y con cerebro. En conclusión, alguien difícil de vencer. La desilusión llegó a mi vida cuando vi a mi Adonis sobándole la piernita a “cualquier vaina”. Realmente lo de la edad no es tan importante, cuántas viejas tunneadas no hay por ahí que lucen muchísimo mejor que una quinceañera, pero cuando ves a la jeva del muñeco y descubres que no hace falta subirte con ella al ring de boxeo, porque ya la knockeaste, es cuando te das cuenta de que hay dos cosas que sí son ciertas:

1. La belleza está mal repartida
2. La suerte de las feas, las bonitas la desean

Felicitaciones Betty, definitivamente tu éxito y tu fama se las debes al merecido puesto que tuviste en el Cuartel.

jueves, 8 de octubre de 2009

Una sabia decisión

Una persona (hombre o mujer) hoy se levantó con ganas de nada. Abrió los ojos temprano en la mañana y descubrió que era mejor terminar con todo.

Tomar una determinación de este tipo, por supuesto, no fue nada fácil.

Podía ser de cualquier forma: rápida, poética, dramática, tétrica o vertiginosa. Supongo yo que el cómo debe ser importante.

¿Dejaría alguna nota?. Nunca se sabrá a quién iba dirigida, ni qué decía, tampoco se sabrá si de verdad la escribió. Y si lo hubiera hecho, me gustaría pensar que fue una despedida sencilla, sin venganzas, sin reclamos.

¿Qué se habrá puesto? ¿Por qué justamente hoy?. Ya no vale la pena preguntar nada, aunque hay ciertas cosas que son fáciles de responder. Todos nos hicimos las mismas interrogantes y, en silencio, nos respondimos. Pudo haber escogido cualquier otra hora, pero eligió las seis de la tarde. Pudo haber escogido una soga, un revólver, una hojilla o el balcón de un edificio, pero fue más inteligente. Si quería terminar con todo, la mejor manera, sin duda, era ésta. Sí, recordándonos a todos que estaba solo(a), desesperado(a).

El maquinista del metro debe estar todavía en shock. Él lo vio todo. Él también se levantó temprano y jamás se imaginó que, al salir de su casa, varias horas más tarde, sería EL testigo (y en primera fila).

¿Será verdad que cuando esto sucede, al señor testigo le dan un año sabático para recuperarse del trauma? ¿Será que de verdad le pagan un psiquiatra? ¿Será que sí se recupera?.

Hoy alguien se levantó temprano y de malas. Decidió acabar con todo y lo logró.

¿Será recordado?. Tal vez. Como uno más. Y pasará a la historia como aquel o aquella que se volvió nada y desató el caos.

Sí, definitivamente fue una sabia decisión.

Money, money, money

Recomiendo leer este texto en compañía de Pink Floyd’s “Money” (la letra de la canción la encontrarán más abajo)

Ayer estaba pensando en el dinero. Sí, en el “cochino dinero que todo lo compra”.

Algunos entusiastas, optimistas y románticos dicen que “no compra la felicidad”. ¡Claro!, eso es porque seguramente estaban pelando. Es probable que todos ellos se hayan reunido en el Salón de la Justicia y hayan concluido que para los problemas grandes y sin solución, es mejor un consuelo de tontos; una pequeña e insignificante frase, que ha alcanzado una fama de alfombra roja.

Hablemos claro… Ok que con plata no se borran las desgracias, pero echémosle el ojo a varios ejemplos ilustrativos:

Situación #1:
Fulanito termina con fulanita.
Fulanita se quiere morir.

¿Qué es mejor?
a) Morir en el camarote de un crucero por el caribe.
b) Morir de una pea con CocoAnís

Situación #2:
Fulanita es víctima de una masiva reducción de personal en la empresa donde trabaja.

¿Qué es mejor?
a) Llorar montada en unos tacones de Bs. F. 600.
b) Llorar y ya.

Situación #3:
Fulanita es invitada a ahogar las penas en alcohol por todas las desgracias acontecidas.

¿Qué es mejor?
a) Ahogar las penas con unos Cosmopolitans en algún lugar chic de la ciudad.
b) Ahogar las penas con unas Polarcitas en una taguara de Chacaito.

Creo que con tres ejemplos es suficiente para probar mi punto y doy fe de que todo eso es verdad porque de la opción b, he ido pasando a la a… Sudando petróleo. No me arrepiento de mis segundas opciones, me las gocé, me las gozo (sobretodo a mitad de quincena) y me las gozaré, pero seamos sinceros: lo que es mejor, es mejor y ya. ¿Qué hay de malo en eso?.

Gente, de verdad. Vamos a quitarnos las caretas y hablemos cloro, que lo que vengo es lavando.

Money
By Pink Floyd

Money, get away.
Get a good job with good pay and you’re okay.
Money, its a gas.
Grab that cash with both hands and make a stash.
New car, caviar, four-star daydream,
Think Ill buy me a football team.

Money, get back.
I’m all right jack keep your hands off of my stack.
Money, its a hit.
Don’t give me that do goody good bullshit.
I’m in the high-fidelity first class travelling set
And I think I need a lear jet.

Money, its a crime.
Share it fairly but don’t take a slice of my pie.
Money, so they say
Is the root of all-evil today.
But if you ask for a raise its no surprise that they’re
Giving none away.

Mandamiento #5 para sacarme de quicio

No poder comprar algo en una tienda, porque no tienen vuelto.

1

Cada cosa tiene su espacio y el espacio en mi corazón que te pertenece es grandísimo. Cuando te tengo cerca tu imagen está viva; pero cuando te vas tengo que cerrar los ojos para recordar cada detalle. Haré lo mejor posible.

El brillo de algunas de tus canas resplandece con el sol, tus cejas son gruesas y se despeinan sin remedio; a veces parecen dos ciempiés intentando escapar de tu cara, pero no; ellos siempre están allí, admirando todas las cosas que ves, los sitios a los que vas.

La genética te hizo demasiada justicia con el verde de tus ojos (ese verde que mis cromosomas no tuvieron) y deben estar cansados de tanto leer. Tienes una nariz grande de tipo interesante y junto a ella tienes tres pecas que dibujan un triángulo perfecto que le hacen compañía. Tu boca dice muchas cosas y casi todas son verdad. Tus manos se hicieron para la música y escucharte tocar una guitarra es tan sublime como divertido (sublime porque reconozco en ti un don del que a veces dudas y divertido porque podemos cantar cualquier cosa… cualquiera). También pueden pintar cuadros, componer música, esculpir el rostro de lo que parece ser un hombre, hacer las mejores pizzas que he probado, cambiar los canales de TV con maestría, entre otras cosas varias. Todas me gustan. Todas me sorprenden

Eres muy serio (la mayor parte del tiempo), hablas poco, duermes poco, fumas mucho y bebes más, pero eres lo máximo. Para mí, eres el mejor.

lunes, 5 de octubre de 2009

Inadvertido

Uno nunca sabe qué va a suceder al cruzar el umbral de la puerta de la casa, lo cierto es que estamos expuestos a todo: un tiro en una pierna, un palo de agua, un día interminable de trabajo o un inesperado encuentro.

Para mí, encontrarme con alguien siempre es una sorpresa. Es como un choque violento con el pasado, con todo lo que pensaba hace un año, o dos, o seis; es como mirarme al espejo y ver reflejada a la persona que era (esa que ya no soy).

Hace unos días me pasó. Me agarró desprevenida. Fue como un susto. Una alegría rara. Una sensación extraña que sigue blanca, sin etiquetas, sin nombres. Yo estaba allí con mi pasado a cuestas y de pronto solté el peso, cayó en seco, se abrió y se me regaron todos los recuerdos. Conforme pasaban los minutos yo sentía cómo todos los fragmentos volvían a reunirse y subían, como hormigas, por mis piernas. Eran mudos pero insistentes, hasta que se alojaron en mi espalda. Nunca me abandonaron.

La sensación de estar en el lugar equivocado (o no), en el momento equivocado (o no) me carcomía. Era la duda, la indecisión. Yo no quería estar ahí y sin embargo estaba.

El aire me era un tanto familiar, pero era una familiaridad extraña, remota, tan pequeña que todavía sigo preguntándome si alguna vez existió. Las conversaciones eran parecidas, pero no eran las mismas. Había cierta evolución en las cosas que se dijeron, sin embargo había algo. Un núcleo, un rincón, un gesto. Algo se mantenía intacto. Ese algo que no había cambiado en nada y que seguía estando ahí; aunque ya ni tu ni yo éramos los mismos estando solos, tampoco éramos los mismos estando juntos.

El tiempo se ocupó de tus cosas, también de las mías y eso no me pareció mal. El encuentro sin anestesia creo que sigue molestándome por el sustito vacío que se me mudó a la garganta, pero tu capacidad para sorprenderme nunca murió (como alguna vez dije). Me equivoqué y eso me alegra.

El encuentro no fue desafortunado, como pudo haber sido otro. Hay puntos suspensivos regados por nuestra línea del tiempo que es mejor nunca dejar pasar. Se dan tres diminutos pasos por donde nuestros caminos se cruzan y saltamos a un vacío. Una vez que hayamos pasado de ahí, sólo quedará, algún día, volver a…