miércoles, 16 de abril de 2014

Tercer Ensayo (Módulo: Pensamiento Creativo)



La Creatividad: El País De Nunca Jamás

No tengo demasiados años trabajando en publicidad, pero si algo he aprendido en estos 7, casi 8 años, es que la creatividad no se enseña.

Cuando salí de la Universidad Católica Andrés Bello con mi título de Licenciada en Letras, me di cuenta de que no sabía hacer demasiado. Sabía leer de a dos libros al día, sabía todas las reglas de acentuación y sabía poner signos de puntuación con los ojos cerrados; pero no sabía cómo hacer de eso un oficio, una ocupación.

Mi llegada a la publicidad fue casi de suerte y no es materia para este ensayo, pero lo cierto es que no sabía nada. No sabía lo que era un brief, ni una mención, ni un rompetráfico. Mucho menos sabía lo que era una estrategia, ni un concepto. Pero poco a poco fui aprendiendo. Con buenos mentores y con buena disposición se puede aprender de todo, pero si hay algo que nadie puede enseñar es a ser creativo.

Hace tiempo leí por ahí que los creativos nos negamos a crecer y cualquier persona que no tenga el privilegio de trabajar en el negocio de las ideas, nunca entenderá de qué se trata eso. Y es que ser creativo y negarse a crecer no tiene que ver con ser irresponsables y despeinados. No tiene que ver con tatuajes, ni cigarros, ni botellas de Jack Daniel’s. Y aunque todo eso nos ha definido por muchísimos años, para nosotros no crecer significa ver el mundo con otros ojos. Ser sensibles ante las cosas. Dejarnos sorprender por el mundo. Porque todo eso que está ahí afuera nos funciona y tenemos que estar demasiado despiertos para verlo. Porque en un segundo puede pasar algo que nos detone el insight perfecto.

Ser creativo no es fácil y pensar creativamente representa un reto muy grande, porque es trabajar con algo tan intangible como la imaginación.

Y si es cierto que la creatividad no se puede enseñar, algo que sí entendí es que la imaginación se puede alimentar. ¡Aleluya! Para eso está el cine: el bueno, el malo, el taquillero, el independiente, el hollywoodense, el escandinavo. Para eso están los libros: los clásicos, los best sellers, los infantiles, los europeos, los latinoamericanos. La televisión: la de los realities, la de las series de drama y de comedia, la de las recetas, los documentales y la de las noticias (aunque hayan muchas que nos derrumben). Para eso están los museos: con artistas contemporáneos para los conceptuales y los artistas clásicos para los puristas. Para eso existe la música (mi eterna compañera): el rock, el bolero, el tango, la clásica, el pop, la electrónica. Para eso existe Internet: Facebook, Twitter, Pinterest, Google. Esa es mi enciclopedia de la creatividad, mi País Del Nunca Jamás. Ventanas que me muestran visiones distintas del mundo y gracias al momento histórico que me tocó vivir, ahí están, siempre disponibles, siempre generosas.

Ojalá la creatividad se pudiera aprender como una materia. Pero si no se puede, pues vayamos con los ojos abiertos a buscarla allá afuera con inocencia, con curiosidad, con humildad y con sensibilidad… Como Peter Pan.

martes, 15 de abril de 2014

Segundo Ensayo (Módulo: Relaciones Interpersonales)


John Donne sabe lo que dice

“… any man's death diminishes me,
because I am involved in mankind”
John Donne

Tanto el título como la cita hacen referencia al poeta inglés John Donne quien, en su poema No man is an island, explica bellamente lo importante que es la relación que tenemos con todo lo que nos rodea, en especial con las personas. “I am involved in mankind” (estoy involucrado en la humanidad) es una de las frases que más me ha conmovido de este poema, porque pone a un ser humano único, en medio de un grupo inmenso de personas… Así es el mundo, así es la familia, así es el trabajo.

Me refiero específicamente al trabajo, porque es el lugar donde pasamos la mayor parte del tiempo. Específicamente a nuestro trabajo, porque no para, no descansa nunca. Y específicamente a las personas involucradas en nuestro trabajo, porque cada uno, de una forma u otra, complementa lo que hacemos. Eso me ha llevado a entender que las relaciones interpersonales, o mejor dicho, las buenas relaciones interpersonales, hacen que el día a día sea más agradable, pero sobretodo he aprendido que es la mejor manera de negociar.

Claro que hay mucho de la personalidad de cada quien y de la disposición que tenga cada uno sobre este tema (y sobre muchos otros, que tengan que ver con el trabajo), pero al ver a mis compañeros como amigos, y al ser percibida igual por todos ellos, me ha permitido conseguir un espacio de negociación, en donde ambas partes, muchas veces, hemos llegado a sentir que esa confianza inquebrantable en lo personal, puede (y debe) ser aplicada también en el trabajo. Pero eso es solo de la puerta hacia adentro.

El tiempo me ha demostrado que la buena relación con los clientes también debería existir (más allá de lo obvio) porque todos, en distintas maneras y niveles, hemos sido y somos clientes de la panadería, del restaurante, de la tienda de ropa, de la costurera, de la aerolínea, del odontólogo; lo que en teoría nos debería permitir entender, en cierta medida, lo que significa invertir para obtener soluciones a cambio. Pero sobretodo, porque vender una idea es de las cosas más difíciles de hacer, entendiendo que con cada presentación, le estamos pidiendo a un grupo de personas que crean en algo nuevo, en algo en lo que creemos nosotros; y que además paguen por eso. Lo que me hace pensar que, cualquier actividad evangelizadora, necesita por detrás un poder de convencimiento, que jamás vendrá acompañado de malas relaciones, ni de malos intercambios.

Se puede decir, entonces, que las buenas relaciones interpersonales son una decisión que podemos tomar, o no, cada  uno de nosotros. Pero aceptando de antemano que teniéndolas, vamos a conseguir de una manera más fácil, más agradable, más bonita, lo que estamos buscando.


Sí, suena maquiavélico y tal vez lo sea. Suena a estrategia y definitivamente lo es… Pero hasta ahora me ha funcionado y he conseguido una gran cantidad de amigos que, además son también, compañeros de trabajo.

lunes, 14 de abril de 2014

Primer Ensayo (Módulo: Fuentes de Inspiración)


Yo maté a mi musa

O si algún día llega el fin del mundo, me gustaría que me sorprendiera escribiendo.

Muchas cosas se han dicho acerca de la inspiración. Suena a algo común, a algo conocido. Un concepto de dominio público. Pero la verdad es que la inspiración es en esencia, abstracta y por lo tanto, casi indefinible.

Muchas técnicas han usado los más ilustres escritores, artistas, músicos para inspirarse, pero jamás se han detenido a encontrarle significados a la palabra, porque la verdad es que no hace falta. La inspiración, se siente cuando se tiene. No es fácil alcanzarla y es escurridiza. Y aunque no podamos verla, sabemos que está ahí rondándonos, burlándose de nosotros, aprovechándose de todas las distracciones que, como diablitos, se van apoderando de nuestra concentración dejándonos, una vez más, sin nada.

La inspiración entonces, es una posición muy cómoda, es el sillón donde se sienta Homero Simpson a ver televisión durante horas y eso me ha hecho dejar de creer en ella.

Durante mucho tiempo confiaba plenamente en mi musa. Esa dama sutil, que (creía yo) venía a susurrarme al oído mejores entradas para publicar en mi blog, mejores ideas y por supuesto, el copy ganador. Hasta que un día dejé de escucharla y sentí que me había abandonado, dejándome huérfana de palabras.

Fue una época oscura, terrible, sola. Pero un día volvió y como en los viejos tiempos, me dijo todo lo necesario para sentirme como lo hacía cuando me acompañaba. Y justo cuando estábamos en el mejor momento, tuve una revelación tan esclarecedora, que en un segundo frenético la maté sin piedad. Sí, yo maté a mi musa. O a lo que ella representa para el común: una fuerza, que así como viene a darte lo mejor de ella y a sacar lo mejor de ti, se va dejándote siendo el mismo mortal que has sido siempre y eso no me gusta. No me gustan frases como “cuando llegue la musa” o “no estoy inspirado”.

Esta revelación me hizo darme cuenta de que la inspiración no es el momento en que explotan las mejores ideas, ni tampoco la energía que nos hace hacer mejor las cosas (sean cuales ellas sean). Con esta revelación me di cuenta de que la inspiración es el momento en que nos obligamos a trabajar. Es el momento en que acabamos con todas las distracciones y nos enfrentamos a los miedos. Es el momento de las frustraciones. Es ese precipicio infeliz, en el que no sale nada.

Y aunque haber dejado de creer en la inspiración desde ese punto de vista, es una postura oscura, la elijo, porque me deja tener el control. Si no escribí nada, si no se me ocurrió nada, fue porque no indagué lo suficiente en el mundo que está allá afuera; ni aquí, dentro de mi, en ese lugar donde está todo escondido.


Me declaro culpable de haber matado a mi musa y asumo la responsabilidad de los cargos que se presenten en mi contra. Así lo prefiero.

Ensayos


Todos aquellos que me conocen, saben que desde que me gradué como Licenciada en Letras, empecé a trabajar en publicidad como Redactora Creativa .

Los últimos cuatro años los he invertido en una divertida e interesante trayectoria en ARS DDB, donde tuve la oportunidad de formar parte en la 4ta promoción de La Cantera (click y sabrán de qué se trata el asunto). Aún no hemos terminado, pero las clases están divididas en cuatro módulos que culminan entregando un ensayo... Esta es la breve antesala a esos trabajos.

Todavía falta uno que no he empezado, pronto lo estaré publicando.