La
Creatividad: El País De Nunca Jamás
No tengo
demasiados años trabajando en publicidad, pero si algo he aprendido en estos 7,
casi 8 años, es que la creatividad no se enseña.
Cuando salí
de la Universidad Católica Andrés Bello con mi título de Licenciada en
Letras, me di cuenta de que no sabía hacer demasiado. Sabía leer de a dos
libros al día, sabía todas las reglas de acentuación y sabía poner signos de
puntuación con los ojos cerrados; pero no sabía cómo hacer de eso un oficio,
una ocupación.
Mi llegada
a la publicidad fue casi de suerte y no es materia para este ensayo, pero lo
cierto es que no sabía nada. No sabía lo que era un brief, ni una mención, ni un
rompetráfico. Mucho menos sabía lo que era una estrategia, ni un concepto. Pero
poco a poco fui aprendiendo. Con buenos mentores y con buena disposición se
puede aprender de todo, pero si hay algo que nadie puede enseñar es a ser
creativo.
Hace tiempo
leí por ahí que los creativos nos negamos a crecer y cualquier persona que no
tenga el privilegio de trabajar en el negocio de las ideas, nunca entenderá de
qué se trata eso. Y es que ser creativo y negarse a crecer no tiene que ver con
ser irresponsables y despeinados. No tiene que ver con tatuajes, ni cigarros,
ni botellas de Jack Daniel’s. Y aunque todo eso nos ha definido por muchísimos
años, para nosotros no crecer significa ver el mundo con otros ojos. Ser
sensibles ante las cosas. Dejarnos sorprender por el mundo. Porque todo eso que
está ahí afuera nos funciona y tenemos que estar demasiado despiertos para verlo.
Porque en un segundo puede pasar algo que nos detone el insight perfecto.
Ser
creativo no es fácil y pensar creativamente representa un reto muy grande,
porque es trabajar con algo tan intangible como la imaginación.
Y si es
cierto que la creatividad no se puede enseñar, algo que sí entendí es que la
imaginación se puede alimentar. ¡Aleluya! Para eso está el cine: el bueno, el malo,
el taquillero, el independiente, el hollywoodense, el escandinavo. Para eso
están los libros: los clásicos, los best
sellers, los infantiles, los europeos, los latinoamericanos. La televisión:
la de los realities, la de las series
de drama y de comedia, la de las recetas, los documentales y la de las noticias
(aunque hayan muchas que nos derrumben). Para eso están los museos: con
artistas contemporáneos para los conceptuales y los artistas clásicos para los
puristas. Para eso existe la música (mi eterna compañera): el rock, el bolero,
el tango, la clásica, el pop, la electrónica. Para eso existe Internet:
Facebook, Twitter, Pinterest, Google. Esa es mi enciclopedia de la creatividad,
mi País Del Nunca Jamás. Ventanas que me muestran visiones distintas del mundo
y gracias al momento histórico que me tocó vivir, ahí están, siempre
disponibles, siempre generosas.
Ojalá la
creatividad se pudiera aprender como una materia. Pero si no se puede, pues
vayamos con los ojos abiertos a buscarla allá afuera con inocencia, con
curiosidad, con humildad y con sensibilidad… Como Peter Pan.