lunes, 25 de agosto de 2014

Cuarto Ensayo (Módulo: La Venta)


Arte y Venta. Dos palabras que van muy bien juntas

Para Platón, el mundo de las ideas es ese lugar en el que habitan las cosas como realmente son, sin tener forma, ni materia. Esto sugiere un universo invisible; supongo que lleno de aire y nubes, donde no hay nada, pero donde está todo. A lo mejor es un gran vacío de constantes presencias. O un universo que debe quedar muy muy lejos.

Esa debe ser la razón por la que amamos este trabajo. Constantemente estamos viajando a ese lugar, sin movernos de nuestros puestos de trabajo, para traernos un pedazo de “aire”, que podamos convertir en forma y materia ¡Vaya reto!

¿Cómo hacemos que las ideas se conviertan en un negocio? ¿Cómo intercambiamos ese “aire” por dinero? Estar en el negocio de las ideas supone, entonces, un gran riesgo, porque estamos ofreciendo algo que no se puede ver, a cambio de su valor en metálico. Conclusión: la expedición al mundo de las ideas no es nada sin “El Arte de la Venta”.

Si empezamos desde los rasgos más generales, hay cierta cantidad de aspectos que debemos tomar en cuenta para hacer una buena venta. Aspectos teóricos que, sin duda, son los pilares del “aire”. O mejor dicho, son los que traen el “aire” a la tierra. Una buena presentación, el manejo de la escena y de la audiencia, el pensamiento estratégico, son las herramientas fundamentales para lograr un venta exitosa. Pero no es suficiente.

El placer estético que nos brinda el arte viene dado, en mi opinión, por esas sensaciones que no podemos poner en palabras. Muchas veces nos enfrentamos a una obra y sin saber exactamente por qué, nos enamora. Es arte.

Ya para entrar en los rasgos particulares y específicos, para mí “El Arte de la Venta” necesita de sus herramientas (claro que sí), pero es mucho más que eso. Es amar la idea realizada, es contarla como si la estuviéramos viviendo, es entender que, para que una persona o un grupo de personas crean en el “aire”, éste debe ser nuestro credo primero. Provocar sensaciones que no puedan ser descritas. Es estar convencidos de que lo que nos trajimos de ese mundo invisible y lejano ES.

A todos se nos erizó la piel cuando Don Draper hizo aquella presentación del carrusel de Kodak en el capítulo de Mad Men titulado “The Wheel”. La estrategia era sólida, la presentación era impecable, el manejo de la audiencia ni se diga (es Don Draper), pero lo que la hizo particularmente especial, fue el “Arte” que tuvo la venta. Un discurso muy humano, cargado de emociones. Aspectos de su vida que lo conmovían profundamente. Un convencimiento absoluto de su credo.


Ese, para mí, es “El Arte de la Venta”.