lunes, 28 de diciembre de 2009

No me compares

Si no vas a decir que mi belleza es como la de Sienna Miller,
si no vas a decir que con ese vestido me veo como Rania de Jordania,
si no vas a decir que soy inteligente como Marie Curie,
si no vas a decir que soy dulce como la miel,
si no vas a decir que mi bondad es como la de la Madre Teresa de Calcuta,
si no vas a decir que mi pelo parece como el de un comercial de Pantene,
si no vas a decir que mis tortas son como las de Martha Stewart,
si no vas a decir que mi forma de ser es como una linda tarde de verano,
si no vas a decir que mi gusto musical es como el de los Dj´s de tu época,
si no vas a decir que mi obsesión por el buen cine es como la de un intelectual del siglo XXI,
si no vas a decir que cuando fumo me veo como Audrey Hepburn,
y si no vas a decir que te parece perfecto que yo sea solamente como yo...

... Entonces no me compares (con nadie!)

lunes, 21 de diciembre de 2009

Querido Niño Jesús…

Este año te voy a pedir que me des tu secreto para ser siempre niño, muy a pesar de tus múltiples preocupaciones, también quisiera un cohete para irme lejos; quiero más ojos para ver más, más oídos para escuchar más y más memoria para recordarlo todo. Un asiento vacío en un avión a Londres. Te pido que me des valor para poder volar en parapente y para montarme en una montaña rusa. El año que viene quisiera leer y escribir todos los días, ya sé que eso depende más de mi que de ti, pero si me das un empujoncito sería cool. Dame más tiempo o haz que cada segundo sea más largo. No importa si los días malos se pasan más lento, siempre y cuando los buenos también lo hagan. Ayúdame a recordar todas las cosas que dije que haría el año que viene, si debí haberlas anotado discúlpame, pero para mí las únicas listas que funcionan son las del automercado. Quítame ese pedacito de la cabeza que constantemente recuerda lo feo. Te juro que eso no me hace falta, llévatelo y bótalo por ahí, donde nadie lo agarre. También necesito aprender a manejar, pero no me ayudes con eso. Oblígame. El año que viene quiero tejer más bufandas y conocer la nieve; quiero comprar el llavero para meter ahí las llaves de mi primer carro; quiero aprender a coser y hacerme un vestido yo solita; quiero aprender francés para poder pedir un café au lait en París con una bonita pronunciación; quiero aprender a surfear y tener mi propia tabla. Quiero decir con propiedad “soy vegetariana”; quiero aprender a tocar algún instrumento y que no me importe si ya es demasiado tarde y quiero que mi pluma tenga toneladas infinitas de tinta. Quiero que la vinotinto vaya al mundial. Yo sé que hay que esperar full; pero como es un poco difícil, por eso te lo estoy pidiendo con tiempo. Quiero celebrar mis 27 con los pies en la arena. Quiero dormir hasta tarde todos los fines de semana. Quiero retomar mis múltiples idas al cine (este año fui un desastre con eso). Quiero ir a la playa y quedarme en carpa (sé que no me va a gustar, pero tengo que hacerlo). Quiero seguir con las clases de tango que tanto me gustaron. Quiero ser más libre y menos estresada. Quiero, quiero, quiero… Pero si nada de eso me lo puedes dar, si estás ocupado en otros asuntos (espero que mucho más importantes), no te olvides de nosotras, que con eso es muchísimo más que suficiente.


Ah! Feliz Cumpleaños para ti y Feliz Navidad para todos!!!!!!

jueves, 3 de diciembre de 2009

No es por echoneta

Miren que fino!


Quise inmortalizar este momento y compartirlo con ustedes porque no se volverá a repetir.
Es una gallada, pero es cool!

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Algunos procedimientos a tomar en cuenta

Hay ciertas cosas que tienen una sola forma de hacerse (por lo menos para mí).

Si voy al cine:
Tengo que llegar por lo menos dos horas antes de que empiece la película. Esa es la única forma de estar de primera en la cola, de entrar de primera a la sala y de elegir el puesto que más me gusta (bien arriba, de tal forma que la pantalla quede justamente en frente y al lado del pasillo para que mi sist pueda estirar las piernas y para poder salir corriendo rapidito en caso de emergencia).

Cuando llego a la playa:
Escojo un lugar con una linda vista y un poco alejada de los vecinos. Suelto absolutamente todo, hasta las cholitas y salgo corriendo a la orilla a sentir el friíto del mar en la planta de mis pies con el vestido (o el short) todavía puesto. Generalmente el agua está perfecta (así esté helada), entonces vuelvo a dejar el vestido (o el short) junto con todas las otras cosas, me pongo un poquito de protector en la nariz y los hombros; y me hago un moñito bien alto para que la espalda se me broncee parejita. Una vez que he tachado todo lo anterior de la lista de pendientes, lo que me queda es volver al mar a sumergirme para escuchar ese sonido sordo, salado y cristalino. Y no me puedo salir, hasta que no tenga las palmas de las manos como unas pasitas.

Al levantarme temprano:
No prendo ninguna luz y me baño a oscuras. Prefiero que me quite el sueño la regadera y no un terrible golpe en los ojos.

Para escribir:
Primero tengo que buscar la carpeta en el iTunes que se llama “Para escribir”, me pongo los audífonos, abro el cuaderno donde corresponde y dejo que mi bolígrafo se deslice sobre las hojas. Tachones y correcciones ocurren con frecuencia. Una vez terminado el texto, paso a digitalizarlo en Word. Esa es la forma de tener un respaldo ordenado y a la manera del siglo XXI. Cambios pueden ocurrir cuando de la hoja, paso a la pantalla. Finalmente (y de un tiempito para acá) copio todo, lo pego aquí, cliqueo sobre el botón “Publicar entrada” y voilà.

Para leer:
Hay dos formas (siempre acostada en mi cama).
Boca arriba: me pongo los lentes, acomodo dos almohadas debajo de mi espalda y otra sobre mi barriga para apoyar el libro. Estiro las piernas y cruzo la derecha sobre la izquierda.
Boca abajo: me pongo los lentes, acomodo una almohada debajo de mi barriga y otra en frente de mí, para sostener el libro. Generalmente a la media hora vuelvo a la primera posición, porque los codos y el cuello sufren un tanto.


Estos procedimientos forman parte de mis “Guilty Pleasures”. No son tan sencillos como los demás, pero son raros y me hacen feliz.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Una tipa con suerte

Seguramente tú debes ser de esas personas que dice “yo nunca me gano nada”, cuando participas en una rifa y si no eres tú, entonces conoces a alguna que lo dice mucho o a muchas que lo han dicho al menos una vez. Yo lo decía siempre. Hasta el sábado pasado. He aquí mi historia.

Como todos los fines de semana, me reuní con mis bitches. Esta vez el plan no era el bar de siempre, sino algo más sofisticado, más culturizador y mucho más caro, les estoy hablando de FUERZA BRUTA. Pues sí, nos fuimos para allá a ver de qué iba el asunto y ALUCINAMOS. De verdad es algo que vale la pena ver.

Hasta ahora no he podido encontrar una palabra que defina a FUERZA BRUTA. No es una obra de teatro, tampoco un evento, mucho menos un circo. Imaginen una rumba con performance incluido (o al revés). Es una loquera bellísima y surrealista. Probablemente haya nacido del mejor sueño que un genio tuvo alguna vez, porque es indescriptible.

Estando ahí me di cuenta de que todo como estaba, era perfecto (excepto por el roce social con el veneco wanna be, pero ese es otro tema) el baile, la sangre, el agua, la rabia, la euforia, el aire, la música, TODO.

Y es que en FUERZA BRUTA todo puede pasar. Lean bien TODO PUEDE PASAR, lo que jamás imaginé es que lo mejor de lo mejor me iba a pasar a mí.

Yo estaba fascinada viendo todo. No era sólo todo lo que ya he dicho, sino que además debo agregar que siendo una producción argentina, los actores/bailarines, obviamente también eran argentinos (no hace falta que en este post volvamos a ese tema, porque aquí he dejado muy en claro en varias oportunidades, lo mucho que me gustan). Era sencillamente increíble y yo estaba precisamente en el lugar preciso.

Probablemente me veía comiquísima con mi boca y mis ojos bien abiertos de la impresión (como me veo siempre que algo me gusta requete muchísimo) y debe haber sido eso el centro de todo, porque de la nada el argentinito más lindo me tomó de la mano y me sacó de la multitud. Ya no era una oveja más del rebaño, no; yo me dejé llevar y llegué a una de las tarimas. Era como un andamio al que subí sin titubear y allí me encontré con tres chicos del elenco y dos elegidos más. Una vez ahí, el objetivo era bailar y yo brinqué como una loca. Demasiado emocionante mis estimados. Estando ahí arriba se me olvidó todo y me sentía gigante viendo como todo el público bailaba igual que yo. La emoción duró poco, pero fue mejor así; de lo contrario mis bitches hubieran tenido que llamar a Rescarven y sacarme en una ambulancia.

Lo que vino después fue igual de increíble, tanto que las cuatro salimos empapadas. Ah sí, es que además de todo, al final llueve dentro de la carpa, mientras suena una música que te obliga a moverte sin sentido alguno. Supongo yo que esa es la estrategia para terminar de tripear y salir de allí un poco más tranquilo.

Fue una experiencia inolvidable y mis niñitas pueden dar fe de eso.

Más nunca voy a decir “yo nunca me gano nada”, porque me saqué el mejor premio en FUERZA BRUTA-L.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Mi otra carrera

Cuando estaba en el colegio, mi hermana empezó a estudiar Diseño Gráfico en el IDC o “La Caracas”, como le dicen los que pasaron por ahí. Ella estaba fascinada… y yo también. Ella siempre estaba full de entregas… y yo también. Ella se la pasaba estresada… y yo también. Ella nunca dormía… y yo tampoco. Les cuento.

Esa época fue increíble para mí. La sala de la casa estaba llena de pinturas, pinceles, cartones, pega, gente y desastres. Nadie descansaba y todos bebían café o ron… o ron con café (o con lo que hubiera). Para mí era perfecto. Era como plan de rumba bohemia todos los días en la casa, con taller de pintura gratis.

Al principio yo sólo les hacía compañía. Era una inocente espectadora. Me daba miedo el exacto y el tiralíneas; y no me acercaba mucho al área de trabajo para no arruinar nada (me pasó una vez y me quería morir y mi pobre hermana me quería matar).

Con el tiempo la curiosidad me hacía agarrar los pinceles y pintar el mantel de trabajo, de esa forma liberaba la tensión que me generaba todo eso. Era obvio que yo quería pintar, pero para mí era imposible y eso era absoluto.

Una noche (de domingo para lunes, 2:00 a.m. de la madrugada, con entrega de “Ciencias de la Visión” a las 7:00 a.m.) mi hermana claudicó, renunció y no le importó nada. Ella quería dormir. Sólo había una solución y estaba en mis manos (y en mi terrible pulso). Ella puso sus esperanzas en mí y el tiralíneas entre mis dedos. ¡Qué miedo!. Imagínense una especie de plumilla que se llena de pintura aguadita y que sirve para hacer líneas rectas, con escuadras y esas cosas. Bueno nada, agarra tu coso ese y dale. Fue increíble. Era casi mágico ver cómo de la diminuta tijerita rara, iba descendiendo suavemente el magnífico color verde, como si fuera un espagueti. Derechito. Y se iba acostando cómodamente sobre el cartón de ilustración. ¡Listo!, lo peor había pasado. Mi hermana me miraba entre la sombra de sus oscuras ojeras y el brillo de sus dientes sonrientes, me dio el pincel full de pintura, se acostó en el sofá de la sala y desde allá me dijo “Ahora pinta pues”. ¡Lo máximo!. A partir de ese día, en la hora crítica ella se acostaba un rato y yo me quedaba a solas con su trabajo. Me sentía gigante. Era artista. Era Picasso. Era genial.

Algunos semestres más tarde las cosas cambiaron. Photoshop se apoderó de los estudiantes y yo me retiré. La emoción no era la misma, nada de comer pintura, ni de amanecer lavando pinceles antes de salir al colegio. La era sensible de “La Caracas” había terminado y el paso al mundo digital me golpeó el ego. Menos mal y ahí mismo comencé a estudiar Letras. Nunca sentí un vacío. De una vez me llené de libros. Ya era otra cosa. Ya no iba más para el colegio y esa sí era mi carrera

Cónchale Fer, qué bien la pasamos.
De todas las épocas, esa fue de las mejores.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Guilty Pleasures

1. Comer papas fritas con sundae de chocolate de McDonald´s (tengo años que no lo hago).
2. Lavarme los pies antes de dormir.
3. Todos los reality shows de VH1.
4. Hombres G... Uff lo máximo.
5. Criticar a la gente (sola o acompañada).
6. Ver "Un Esposo para Estela", sólo por Luis Gerónimo.
7. Memorizarme el Himno Nacional por señas.
8. Leer Vanidades y Cosmopolitan (La VOGUE sí está permitida legalmente).
9. Arrancarme una que otra cana.
10. Comprar tacones que sé que no me voy a poner.
11. Dormir sin destender la cama (para no tener que arreglarla al día siguiente).
12. Probarme ropa en ZARA que no voy a comprar.
13. Llamar a Herodes cuando veo a un niño malcriado llorando en la calle.
14. Echar malos chistes y reírme yo sola.
15. Hacer como que soy sorda cuando la gente me habla en la calle.

Deben haber muchos más... Más adelante, seguramente, habrá una segunda entrega.
Seguiremos informando.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Sin Oficio

El día que me aceptaron en la Universidad Católica Andrés Bello para convertirme en una Licenciada en Letras, supe que había llegado a mi lugar. Nada de biología, ni de matemáticas; nada de uniforme de faldita, ni misa obligatoria todos los miércoles; nada de levantarse temprano, ni de envidia femenina colectiva (sí, yo estudié en un colegio de puras niñas).

La Universidad me recibió con las puertas abiertas. Verdecita y llena de sombra de los árboles más bellos. Perfecta para leer. Y eso era lo que hacíamos. Dimos un paseo bastante completo por la Literatura Universal y sus materias afines, leíamos a la velocidad del rayo, nos sabíamos los teléfonos de todas las librerías underground de Caracas, tomábamos café hasta temblar y pasábamos semanas sin dormir, para poder contestar un parcial de una sola pregunta en siete hojas de folio (por delante y por detrás). El estilo de examen variaba según el docente; nosotros sabíamos cuando teníamos que ser esotéricos, cuando debíamos recurrir al caletrazo y cuando era necesario ser inteligentes, asertivos y elocuentes. Como ven, una gran variedad de análisis.

Letras. Una carrera bellísima. Ahí aprendes a no avergonzarte por llorar frente al “Miranda en la Carraca”, compartes la misma pasión por cosas que a muchos les parecen poco importantes y durante esa época en la que sólo nos importaba ser estudiantes, éramos también hedonistas, auto indulgentes y egocéntricos. Una vida perfecta entre libros, birras, cine y buena música.

En Letras se aprende de todo. Aprendimos a reírnos o a burlarnos de las siguientes conversaciones:

1. X persona: ¿y qué estás estudiando?
Yo: (muy orgullosa) Letras
X persona: ¿y por qué letra vas?
(JAJAJAJAJAJA)

2. X persona: ¿qué estudias?
Yo: (muy muy orgullosa) Letras
X persona: Wow, qué interesante. A mí también me encanta leer. Mi autor favorito es Paulo Coelho ¿y el tuyo?
(JAJAJAJAJAJA)

3. X persona: ¿qué haces?
Yo: (orgullosísima): estudio Letras
X persona: ¿Letras? Y ¿qué vas a hacer cuando te gradúes? ¿vas a vender cueritos en la puerta del Ateneo?
(JAJAJAJAJAJA)

¡Cuerda de ignorantes!

Confieso que amo mi carrera. Es hermosa y la gente común no tiene idea de eso; pero como todo lo realmente bello, es imperfectamente perfecta.

Los que estudian Odontología son Odontólogos, los que estudian Derecho son Abogados, los que estudian Arquitectura son Arquitectos, pero los que estudiamos Letras ¿qué somos?. Señoras, señores y señoritas, Letras es una carrera, no es un oficio. Cuando uno sale por esa puerta por la que hace años entramos, convertidos en Licenciados en Letras, no sabemos hacer nada. Bueno no, tampoco así. Sabemos leer y escribir como nadie (y somos felices), pero llegamos al mundo laboral haciendo lo que sea y tirando flechas como locos.

Beneficio: si estudias Letras, tripeas durante cinco años. ¡Eso es seguro! Y después puedes trabajar en lo que sea, total no vas a saber hacer nada, pero vas a ser tremendo LICENCIADO.

jueves, 12 de noviembre de 2009

CINE MILLONARIO presenta: Mañana de sangre

Levantarse más temprano que de costumbre para no bañarme con totuma fue lo que desencadenó una serie de eventos desafortunados esta mañana. Cuando sonó el despertador me dio DEMASIADA rabia. Yo pude haber dormido más, pero no. A levantarse todo el mundo, porque en un ratico cortan el agua. Bueeeeeh, ni modo.

Me metí en la ducha a lavarme mi cara de perro y me di cuenta de que todas esas campañas publicitarias de jabones que te hacen ver “radiante” son puro bull. Sí, salí limpiecita como un sol, pero fúrica. Ni modo, resignación.

Quise arreglarme bonita, para ver si disimulaba mi descontento con tal día como hoy. Hice lo que pude y puedo decir que cumplí mi misión. Además, considero yo, que me vestí finísimo. Siempre que me pongo las franelas de mi hermana, es como un éxito de taquilla. Debe ser la sensación de peligro, mezclado con novedad. Mi closet tiene las mismas cosas desde hace millones de años y romper con esa maldición es casi como un sueño. Todo se estaba arreglando.

Al salir de la casa (literalmente de la puerta de mi casa), el sol me saludó y eso no me molestó, más bien terminó de despertarme de forma suave. No está mal. Procedí a ponerme mis audífonos y la combinación de Bowie con la bonita mañana, indicaba que las cosas siempre pueden mejorar… Mentira.

No entremos en detalle con respecto a la situación del país, ni los problemas con el transporte público. Sólo voy a decir que cuando tome la decisión de vender mi alma por un carro, todo esto habrá terminado. Llegó mi limosina y me subí sin chistar, ¿para qué pelear todos los días por lo mismo, verdad?. Me dispuse a pagarle al chofer y el bicho decidió pensar que era multitasking, él pensó que podía contar el vuelto y arrancar a la misma vez (si hubiese sido mujer nada de eso hubiera pasado, a pesar de lo mal que manejamos, según dicen… yo no manejo así que back off… por ahora), obviamente que mientras él pretendía hacerlo todo, en lugar de una cosa a la vez, metió el frenazo de su vida. Resultado: herida con objeto corto punzante de madera en la palma de la mano derecha. Sí mis estimados, con sangre y todo.

El viaje hacia el trabajo fue un infierno. Entre el dolor, la indignación, el calor y la gente, me provocaba lanzarme a la autopista y ya. Fue como un trayecto de una hora, que me pareció de mil setecientas cincuenta y ocho con treinta y dos. Una pesadilla. Ya la obstinación me hacía ver todo aquello que ya me parece normal, como una salvajada propia del venezolano y del caraqueño. Ya yo había superado esa etapa. Hace aaaaaaaaaaños me recluí en una especie de rehab center y me hice inmune a todo ese circo, pero como los adictos a cualquier droga, hoy exploté de nuevo y odié todo lo que me rodea. Nada de sol, nada de Bowie, nada de pajaritos cantando, ni de un buen look para arreglar la cagada de jueves.

Uy no!!!!... Malísimo!!!!

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Benito

Benito deambulaba suavemente por las notas de alguna canción, añoraba un delicioso café negro que ahora no se toma, esperaba de pie en alguna esquina.

Benito sonreía en silencio para que nadie lo viera, mientras caminaba por calles imaginarias de una ciudad. Tal vez era un parque o una plaza. Nunca lo dirá.

Benito estaba aislado en un rincón y pensaba. Todos eran invisibles para él. Y entre una nube de humo miraba de reojo.

Benito quería hablar con alguien y en su soledad soñaba con hacerlo. Se planteaba temas y problemas irrelevantes para tener algo que decir en sus silencios incómodos.

Benito corría y aún así, no se movía. La quietud de su lugar era inquebrantable. Una quietud que lo separaba del mundo. Su quietud era su mundo.

Benito pasaba el tiempo viendo el reloj y el reloj se burlaba de su impaciencia. Era muy corto tiempo y los minutos pasaban muy rápido. Pensaba en lo injustos que eran con él, el segundero y el minutero.

Benito se sentaba y meditaba. Benito se levantaba y cantaba. Benito se ensuciaba y se lavaba las manos. Benito estaba indeciso.

Benito pasó momentos oscuros en su espacio mudo y por fin habló.

Mandamiento #6 para sacarme de quicio

La gente que me tropieza, casi que me arranca el brazo y no me pide disculpas!!!

(Oh gran Carreño, pobre de ti)

martes, 3 de noviembre de 2009

Palabras poderosas… Palabras

Miles de millones de palabras son usadas diariamente alrededor del mundo. Imagínense cuántas palabras se deben estar pronunciando ahoritica y en todos los idiomas.

En este momento se deben estar cerrando negocios importantes, se deben estar sacando madres a montón, algunos deben estar prometiéndose amor eterno y otros deben estar echándose un buen chisme. Saludos, insultos, respetos, nombres, honores, oraciones, secretos, confesiones. Todo, absolutamente todo, a través de la palabra (oral, escrita o por señas).

Anoche me tropecé con muchas. Sí, muchas palabras escritas. Abrí una gaveta y ahí estaban, guardaditas en un sobre.

Es muy raro leer cartas viejas, porque te enfrentas con un medio que está por desaparecer, y es por esa misma razón que parecieran adquirir más poder. Hoy en día, podemos escribir un correo electrónico de cualquier cosa, dirigido a cualquier persona y a cualquier hora, pero una carta es diferente. En mi caso (no sé el de ustedes) si tomo un lápiz y un papel, es porque lo que estoy a punto de escribir es tan importante como la persona a quien va dirigida. Para mí es un acto muy solemne.

Decía que leer cartas viejas es raro, también porque cada palabra revela secretos que significaban mucho y ahora no significan nada, pero que quedaron sobre el papel… como una marca.

Un texto es como una escultura. Al poner opiniones, decisiones, sentimientos, confesiones o reclamos en una hoja, cósmicamente quedan ahí para siempre. Es como en el trabajo “si no lo pasaste por escrito, es como que si no me lo hubieras dicho” y es verdad. Cuántas conversaciones feas o bonitas se van olvidando, pero todo aquello que está escrito es como una herida siempre abierta. Es una tentación guardada en los confines de la memoria y de algún escritorio, siempre latiendo, siempre a la espera. Son montones de recuerdos, que cada cierto tiempo vuelven a explotar.

Tenía tiempo sin leer cartas viejas; la última vez que lo hice juré que sería la última vez que lo haría. Y anoche lo volví a jurar.

lunes, 2 de noviembre de 2009

En mi peor FACHA

Cuando uno no se espera lo peor, lo peor pasa.
Yo no es que sea DEMASIADO coqueta, pero nunca, nunca, nunca salgo a la calle hecha un desastre. Nunca, hasta la semana pasada.
Los días que voy al gimnasio tomo la precaución, al salir, de ponerme la ropa de civil (porsialas), pero el jueves se me olvidó, no sé qué me pasó. Me confié. Me descuidé y pácata. Me encontré contigo. Qué mala suerte.

Mi atuendo era como una combinación terrible de mono, con moño, con sudor. Qué pena!. Me dio rabia conmigo.

Tú estabas bien como siempre. Sonriente como siempre. Conversador como siempre. Dulce como siempre. Y yo estaba horrenda como nunca. Callada como nunca. Ponchada como nunca. Amargada como nunca.

Era el peor caso de la sección "Trágame Tierra" de la revista TÚ, hecha realidad. Yo ya tengo 26 pana. A estas alturas debería saberme a mierda toda esta tontería pero no es así, porque no me encontré con "el chavo que me encanta", no. Me encontré contigo.

martes, 27 de octubre de 2009

La culpa no es de la vaca… es del Dj

Este Post lo escribí el viernes 16 de octubre como a las 12:20 de la noche. Otro post que se había quedado rezagado por ahí.

Yo puedo ir a cualquier parte a echar cuentitos y tomarme un trago, pero al momento de elegir el lugar en el que quiero gastar mis platitas prefiero ser exigente, para que todo valga la pena.

Hay pocos factores a tomar en cuenta, pero son de suma importancia. Primero: no hacer cola para entrar; segundo: poder vestirme como me dé la gana y tercero pero más importante: escuchar buena música.

Mi local de confianza siempre cumplió con las tres, hasta hoy. ¿Qué clase de Dj es ese?. Debe ser un tipo con un gusto muy pobre, porque la música era sencillamente una MIERDA. Tienes que ser demasiado malo en lo que haces para correr a los clientes de un buen local. De verdad sentí que era la misma canción de Ricardo Arjona o de Maná una y otra y otra vez. El tiempo que estuve ahí (unas escasas dos horas) fue la misma fastidiosa canción. Ese estilo mal-pegajoso que es como medio ska, medio hip-hop pero en español. No sé, una vaina horrible. Lo sorprendente del asunto es que no sólo no me gustó, sino que estaba muerta del sueño y sin nada de ganas de hablar de nada. Créanme, eso en mí no es normal. Era como una canción infinita de cuna, directamente del infierno.

Una velada prometedora de viernes por la noche, se convirtió en una pesadilla de ska españolote. Era como ver Star Wars y tener que calarte a Luque Trotazielosh regañando a Cetrespeo o a Erredosde-dos (y OJO yo no tengo nada en contra de España, ni de los españoles, ni nada de eso, pero Star Wars así es fea y eso es verdad). Grave.

Ojalá que un incidente de esta magnitud no vuelva a repetirse porque me niego a salir de la comodidad de mi hogar y renunciar a mi tan completo y variado itunes, para escuchar semejante atrocidad que debería ser condenada con la pena de muerte.

De lo bueno poco

Este Post lo escribí el jueves 15 de octubre como a las 2:00 de la madrugada (luego de unos merecidos mojitos), pero no había tenido chance de subirlo.

Es raro encontrarse con la misma clase de belleza con tanta frecuencia, pero he tenido suerte y eso siempre es bueno.

En Caracas hay muy pocos sitios a los que se puede ir a disfrutar de un mojito, escuchar buena música, relajarse y ver rostros desconocidos; sin embargo, gracias a los dioses y a un par de panas con buenas ideas, existe un lugar muy cool cerquita de la casa y desde que abrió sus puertas para recibir a náufragos de concreto como yo, se ha convertido en territorio de confianza. Estoy enamorada del local.

El sitio tiene muchos encantos y desde hace un par de semanas, hay un encanto en particular que vale la pena ver. Sí chicuelas, el ejemplar es atípico y está en peligro de extinción. Lástima que el tema central de mi nota no sea él, sino el detallito que encarceló mi atención y más nunca la dejo libre. Vayamos al grano: sí, el local es finísimo y sí, ok, el tipo es HERMOSO, pero no es eso en lo que perderé mis letras, sino en la jeva pasadita en años que lo acompañaba.

Seamos sinceras. A nosotras siempre nos ha dado curiosidad cómo es el “culo” del príncipe, hasta tal punto que dejamos de verlo a él, para detallar (y criticar) hasta el último rincón de la señorita (o señora, no lo sabemos) en cuestión. Y si lo vemos solo, nos gusta imaginarnos que la afortunada es una tipa bellísima, con buen estilo, simpática y con cerebro. En conclusión, alguien difícil de vencer. La desilusión llegó a mi vida cuando vi a mi Adonis sobándole la piernita a “cualquier vaina”. Realmente lo de la edad no es tan importante, cuántas viejas tunneadas no hay por ahí que lucen muchísimo mejor que una quinceañera, pero cuando ves a la jeva del muñeco y descubres que no hace falta subirte con ella al ring de boxeo, porque ya la knockeaste, es cuando te das cuenta de que hay dos cosas que sí son ciertas:

1. La belleza está mal repartida
2. La suerte de las feas, las bonitas la desean

Felicitaciones Betty, definitivamente tu éxito y tu fama se las debes al merecido puesto que tuviste en el Cuartel.

jueves, 8 de octubre de 2009

Una sabia decisión

Una persona (hombre o mujer) hoy se levantó con ganas de nada. Abrió los ojos temprano en la mañana y descubrió que era mejor terminar con todo.

Tomar una determinación de este tipo, por supuesto, no fue nada fácil.

Podía ser de cualquier forma: rápida, poética, dramática, tétrica o vertiginosa. Supongo yo que el cómo debe ser importante.

¿Dejaría alguna nota?. Nunca se sabrá a quién iba dirigida, ni qué decía, tampoco se sabrá si de verdad la escribió. Y si lo hubiera hecho, me gustaría pensar que fue una despedida sencilla, sin venganzas, sin reclamos.

¿Qué se habrá puesto? ¿Por qué justamente hoy?. Ya no vale la pena preguntar nada, aunque hay ciertas cosas que son fáciles de responder. Todos nos hicimos las mismas interrogantes y, en silencio, nos respondimos. Pudo haber escogido cualquier otra hora, pero eligió las seis de la tarde. Pudo haber escogido una soga, un revólver, una hojilla o el balcón de un edificio, pero fue más inteligente. Si quería terminar con todo, la mejor manera, sin duda, era ésta. Sí, recordándonos a todos que estaba solo(a), desesperado(a).

El maquinista del metro debe estar todavía en shock. Él lo vio todo. Él también se levantó temprano y jamás se imaginó que, al salir de su casa, varias horas más tarde, sería EL testigo (y en primera fila).

¿Será verdad que cuando esto sucede, al señor testigo le dan un año sabático para recuperarse del trauma? ¿Será que de verdad le pagan un psiquiatra? ¿Será que sí se recupera?.

Hoy alguien se levantó temprano y de malas. Decidió acabar con todo y lo logró.

¿Será recordado?. Tal vez. Como uno más. Y pasará a la historia como aquel o aquella que se volvió nada y desató el caos.

Sí, definitivamente fue una sabia decisión.

Money, money, money

Recomiendo leer este texto en compañía de Pink Floyd’s “Money” (la letra de la canción la encontrarán más abajo)

Ayer estaba pensando en el dinero. Sí, en el “cochino dinero que todo lo compra”.

Algunos entusiastas, optimistas y románticos dicen que “no compra la felicidad”. ¡Claro!, eso es porque seguramente estaban pelando. Es probable que todos ellos se hayan reunido en el Salón de la Justicia y hayan concluido que para los problemas grandes y sin solución, es mejor un consuelo de tontos; una pequeña e insignificante frase, que ha alcanzado una fama de alfombra roja.

Hablemos claro… Ok que con plata no se borran las desgracias, pero echémosle el ojo a varios ejemplos ilustrativos:

Situación #1:
Fulanito termina con fulanita.
Fulanita se quiere morir.

¿Qué es mejor?
a) Morir en el camarote de un crucero por el caribe.
b) Morir de una pea con CocoAnís

Situación #2:
Fulanita es víctima de una masiva reducción de personal en la empresa donde trabaja.

¿Qué es mejor?
a) Llorar montada en unos tacones de Bs. F. 600.
b) Llorar y ya.

Situación #3:
Fulanita es invitada a ahogar las penas en alcohol por todas las desgracias acontecidas.

¿Qué es mejor?
a) Ahogar las penas con unos Cosmopolitans en algún lugar chic de la ciudad.
b) Ahogar las penas con unas Polarcitas en una taguara de Chacaito.

Creo que con tres ejemplos es suficiente para probar mi punto y doy fe de que todo eso es verdad porque de la opción b, he ido pasando a la a… Sudando petróleo. No me arrepiento de mis segundas opciones, me las gocé, me las gozo (sobretodo a mitad de quincena) y me las gozaré, pero seamos sinceros: lo que es mejor, es mejor y ya. ¿Qué hay de malo en eso?.

Gente, de verdad. Vamos a quitarnos las caretas y hablemos cloro, que lo que vengo es lavando.

Money
By Pink Floyd

Money, get away.
Get a good job with good pay and you’re okay.
Money, its a gas.
Grab that cash with both hands and make a stash.
New car, caviar, four-star daydream,
Think Ill buy me a football team.

Money, get back.
I’m all right jack keep your hands off of my stack.
Money, its a hit.
Don’t give me that do goody good bullshit.
I’m in the high-fidelity first class travelling set
And I think I need a lear jet.

Money, its a crime.
Share it fairly but don’t take a slice of my pie.
Money, so they say
Is the root of all-evil today.
But if you ask for a raise its no surprise that they’re
Giving none away.

Mandamiento #5 para sacarme de quicio

No poder comprar algo en una tienda, porque no tienen vuelto.

1

Cada cosa tiene su espacio y el espacio en mi corazón que te pertenece es grandísimo. Cuando te tengo cerca tu imagen está viva; pero cuando te vas tengo que cerrar los ojos para recordar cada detalle. Haré lo mejor posible.

El brillo de algunas de tus canas resplandece con el sol, tus cejas son gruesas y se despeinan sin remedio; a veces parecen dos ciempiés intentando escapar de tu cara, pero no; ellos siempre están allí, admirando todas las cosas que ves, los sitios a los que vas.

La genética te hizo demasiada justicia con el verde de tus ojos (ese verde que mis cromosomas no tuvieron) y deben estar cansados de tanto leer. Tienes una nariz grande de tipo interesante y junto a ella tienes tres pecas que dibujan un triángulo perfecto que le hacen compañía. Tu boca dice muchas cosas y casi todas son verdad. Tus manos se hicieron para la música y escucharte tocar una guitarra es tan sublime como divertido (sublime porque reconozco en ti un don del que a veces dudas y divertido porque podemos cantar cualquier cosa… cualquiera). También pueden pintar cuadros, componer música, esculpir el rostro de lo que parece ser un hombre, hacer las mejores pizzas que he probado, cambiar los canales de TV con maestría, entre otras cosas varias. Todas me gustan. Todas me sorprenden

Eres muy serio (la mayor parte del tiempo), hablas poco, duermes poco, fumas mucho y bebes más, pero eres lo máximo. Para mí, eres el mejor.

lunes, 5 de octubre de 2009

Inadvertido

Uno nunca sabe qué va a suceder al cruzar el umbral de la puerta de la casa, lo cierto es que estamos expuestos a todo: un tiro en una pierna, un palo de agua, un día interminable de trabajo o un inesperado encuentro.

Para mí, encontrarme con alguien siempre es una sorpresa. Es como un choque violento con el pasado, con todo lo que pensaba hace un año, o dos, o seis; es como mirarme al espejo y ver reflejada a la persona que era (esa que ya no soy).

Hace unos días me pasó. Me agarró desprevenida. Fue como un susto. Una alegría rara. Una sensación extraña que sigue blanca, sin etiquetas, sin nombres. Yo estaba allí con mi pasado a cuestas y de pronto solté el peso, cayó en seco, se abrió y se me regaron todos los recuerdos. Conforme pasaban los minutos yo sentía cómo todos los fragmentos volvían a reunirse y subían, como hormigas, por mis piernas. Eran mudos pero insistentes, hasta que se alojaron en mi espalda. Nunca me abandonaron.

La sensación de estar en el lugar equivocado (o no), en el momento equivocado (o no) me carcomía. Era la duda, la indecisión. Yo no quería estar ahí y sin embargo estaba.

El aire me era un tanto familiar, pero era una familiaridad extraña, remota, tan pequeña que todavía sigo preguntándome si alguna vez existió. Las conversaciones eran parecidas, pero no eran las mismas. Había cierta evolución en las cosas que se dijeron, sin embargo había algo. Un núcleo, un rincón, un gesto. Algo se mantenía intacto. Ese algo que no había cambiado en nada y que seguía estando ahí; aunque ya ni tu ni yo éramos los mismos estando solos, tampoco éramos los mismos estando juntos.

El tiempo se ocupó de tus cosas, también de las mías y eso no me pareció mal. El encuentro sin anestesia creo que sigue molestándome por el sustito vacío que se me mudó a la garganta, pero tu capacidad para sorprenderme nunca murió (como alguna vez dije). Me equivoqué y eso me alegra.

El encuentro no fue desafortunado, como pudo haber sido otro. Hay puntos suspensivos regados por nuestra línea del tiempo que es mejor nunca dejar pasar. Se dan tres diminutos pasos por donde nuestros caminos se cruzan y saltamos a un vacío. Una vez que hayamos pasado de ahí, sólo quedará, algún día, volver a…

martes, 29 de septiembre de 2009

Mandamiento #4 para sacarme de quicio

Los que se quedan parados frente a las escaleras mecánicas.

My own stalker

Hoy, como todos los días, vuelves a mi memoria. Ha pasado mucho tiempo y tu cara ya no la recuerdo como antes, pero tu presencia sigue estando ahí... como una sombra.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Mandamiento #3 para sacarme de quicio

La gente que dice:
SalisteS, comisteS, comprasteS, escuchasteS.

Un Corto Fantasma

Ayer vi un cortometraje, pero se supone que no debo hablar de eso. Tampoco puedo decir quién lo hizo, ni cómo, ni dónde; lo que sí puedo es dar mi opinión y es ésta:

La dirección es impecable. Hay una secuencia en fotos que es perfecta, y en compañía del voice-over, el fragmento está redondo. La edición y la fotografía están increíbles. La selección de los textos es la justa; la dirección de arte, el casting, el vestuario y el maquillaje van todos en sintonía.

Pero lo que llamó poderosamente mi atención fue haberte visto retratada en tu obra. Lo que lees, lo que dices, las esquinas de tu cuarto, la ropa que usas, los amigos que tienes (y los que te gustaría tener). La vida paralela que te gustaría vivir (de a ratos, no siempre). Hasta me atrevo a decir (o me gustaría pensar) que en algún rincón me vi a mí misma, escondida y seguramente peleando por algo.

El corto quedó precioso y tu presencia en él es casi palpable. Mientras lo veía, sentía que estabas ahí conmigo, explicándome cómo habías hecho cada cosa, cómo habías resuelto cada detalle. La distancia (esta vez) no fue un problema.

¡Felicitaciones!. Yo no soy quien para criticar tu pieza porque sólo soy una aprendiz de amateur (o sea, nadie), pero igual me voy a tomar la libertad de decirte, que en mi opinión, hiciste un EXCELENTE TRABAJO.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Mandamiento #2 para sacarme de quicio

Que me digan SEÑORA.

Mandamiento #1 para sacarme de quicio

Encuentro casual con X persona.

Yo: Hola
X persona: Hola
Yo: ¿cómo estás?
X persona: bien.


Y ya. Eso es todo.
¿Por qué será que no preguntan “¿y tú?”?.

Aja. ¡Susto!

Ustedes dirán que no tengo remedio y probablemente tengan razón.

Empezaré por confesar que NO ME GUSTA ver las etiquetas del blog acompañadas del número 1 entre paréntesis y ahorita que estoy a punto de “publicar entrada”, me desespera ver la etiqueta “Malas compras” con el (1) al lado; por eso me puse a pensar en recientes malas compras realizadas pero mi memoria a corto plazo, a veces, me falla; sin embargo, recordé con mucha astucia una compra terrible que hice (adivinen dónde) en Buenos Aires.

Una de mis amigas (La Pequis) me dijo una vez que uno siempre debe comprar cosas que sean representativas de los países que visitemos. Yo entendí de inmediato lo que decía, este tipo de compra iba más allá del típico souvenir y yo lo sabía. Si hacías la compra adecuada, eso significaba que habías estado en el extranjero de verdad verdad. Ejemplos ilustrativos: España-abanicos, Suiza-chocolates, Rusia- Matryoshkas, Italia-italianos.

Siguiendo su sabio consejo, obviamente decidí comprar una portamonedas para mí y otras dos para regalar, porque en mi Ciudad del Sur lo que uno debe comprar son carteras, chaquetas y zapatos.

Siendo así, destinamos una tarde del itinerario para ir en busca de los regalos y de nuestras carteras, chaquetas o zapatos a la calle Murillo, famosa avenida llena de tiendas de lado y lado, donde TODAS ofrecen gran variedad de precios y modelos. Sí, la calle Murillo era el lugar.

Lo primero que teníamos que hacer era ponernos de acuerdo, a fin de cuentas éramos tres niñas y cada una iba en busca de algo distinto. Recorrimos la calle completa, para comparar precios y no tener que arrepentirnos por una decisión precipitada.

Al cabo de un rato, la angustia comenzó a apoderarse de mí. Ya habíamos caminado todo y yo seguía sin encontrar las dos portamonedas para regalar y la que enamorara mi corazón. Las tiendas estaban a punto de cerrar. Ese era el momento. Si no era ahí, no iba a ser en ningún otro lado.

De repente, en mi desesperada búsqueda las vi. Estaban en el mostrador de una tiendita cualquiera, abandonadas dentro de una cestita y en descuento. Eran dos. Mismo modelo, distinto color (una roja platinada y una morada). Eran más pequeñas que una chequera. Podría pensarse que no tenían nada en especial, pero eran perfectas. Rectangulares, decoradas con clavitos plateados, organizados en filas y un broche un poquito más grande. ¡Bellas!. Las compré sin pensar. La morada era perfecta para mi hermana por el estilo rock de los 60’s y la roja gritaba mi nombre por todos lados. Tenía un aire cincuentoso/ochentoso y medio New Wave. Y la tercera la compré en otra tienda. Los regalos están listos, ya puedo seguir disfrutando de mi viaje.

Al volver, hice la entrega oficial de los regalos y las portamonedas fueron toda una sensación. Yo moría por la mía, hasta que empecé a notar que se deterioraba con facilidad. El color rojo platinado se estaba cayendo a pedazos y sin remedio. La pobre. Con el pasar de los días se iba pareciendo más a un trapito y menos a mi hermosa compra. No me gustó tener que remplazarla, no me importaba el estado en el que se encontraba, yo la amaba y eso era todo; pero las tarjetas, los billetes y las monedas comenzaban a salirse. Seamos realistas: conseguir otra portamonedas, tarea fácil; conseguir otra cédula, JÁ.

En fin, me compré otra bonita. No llenaba mis expectativas, pero yo trato de ser práctica y necesitaba una URGENTE. La bichita duró algún tiempo, hasta que comenzó a envejecer. Yo pensaba seguirla usando, pero algo inesperado sucedió. Hace un par de semanas descubrí una que era casi la sustituta perfecta de mi porteña roja platinada. Estaba en Plaza las Américas. La vi, me vio y lo supimos.

La señora de la tienda (muy agradable y conversadora) me ayudaba a decidir entre varios modelos muy lindos, aunque en el fondo yo sabía cuál era y lo que tenía que hacer. Una vez que tomé la decisión correcta me dispuse a pagar, pero el punto de venta no simpatizó con mi tarjeta. La señora recibió una llamada y luego me dijo: “Si quieres puedes ir a la otra tienda, ahí el punto de venta siempre sirve”. Me pareció muy bien. Esta vez ella hizo una llamada y al cabo de unos segundos yo estaba ya en camino. Llegué muy contenta y justo cuando se realizaba la transacción, empiezo a sentir algo extraño y a escuchar gritos. Al principio pensé que eran las voces de mi conciencia. No entendía por qué reaccionaban así ante una portamonedas tan bonita, hasta que una de las jevas de la tienda le dice a la otra (con un tono bastante particular): “Marica, está temblando”. Yo la miré, parecía como una momia. La otra me lanzó mi tarjeta y mi cédula y echó a correr. Yo estaba confundida, pero inmediatamente recordé que mi gente andaba por ahí, yo no sé dónde, así que salí de la tienda. Más vale que no: cientos de mujeres corrían con los rollos en la cabeza, los reflejos a medio hacer, las batas de peluquería y los pies descalzos. Esto tiene que ser una pesadilla.

A los pocos segundos, cuando la tierra se calmó, me di cuenta de que no tenía mi portamonedas. ¿Qué?. ¿No compré nada?. No, no, no. No vale la pena tanto sobresalto. Así que muy elegantemente me devolví a buscarla.

Obviamente ésta última no entra dentro de mis “malas compras” (todavía), pero si la otra hubiera sobrevivido a las vicisitudes de la vida (como lo ha hecho hasta el día de hoy la de mi hermana) nada de esto hubiera pasado.

Bueno voy a quitar el (1) junto a mi etiqueta. Misión cumplida.

martes, 22 de septiembre de 2009

Es mi obsesión

Hay un momento del día (no me pasa siempre) en el que siento la urgencia de escribir lo que sea, por eso tengo en mi compu un playlist que denominé “Para escribir” y que pongo en shuffle, porque es imposible tratar de darle coherencia a un par de palabras si no estoy escuchando algo (ahora suena: Fearless de Pink Floyd).

Volviendo a la urgencia de escribir, me puse mis audífonos, mis lentes y me desconecté del mundo para empezar a pensar exactamente a qué le iba a dedicar estas letras y me encontré de nuevo con Buenos Aires. Y digo “me encontré”, porque cuando voy a escribir, por lo general, ya tengo una idea; pero hay momentos como éste, en los que siento que debo escribir algo aunque no sepa específicamente qué (ahora suena: Maybe de Janis Joplin).

Hoy Buenos Aires es más perfecta que de costumbre.
Hoy está más lejos de lo que debería.
Hoy es la ciudad dueña de mis nostalgias.
Hoy es uno de esos días en los que quisiera, desesperadamente, estar ahí.
Hoy se vienen a mi memoria los recuerdos de la ciudad y del pasado. Aquellos días en los que tenía personas en mi vida que no se habían ido y que encontraría aquí cuando volviera. Y aunque no ha pasado mucho tiempo, siento que recuerdo a veces todo con detalle y a veces sólo son vacíos (ahora suena: Green is the colour de Pink Floyd).

La Ciudad del Sur. Creo que mi necesidad de escribir acerca de mi Ciudad del Sur últimamente debe ser por eso, porque busco recuperar recuerdos que me han ido abandonando con el afán de guardármelos todos y pensar en ellos cuando me haga falta viajar. Como hoy (ahora suena: In my life de The Beatles)

Hoy quiero montarme en un avión, esperar cuatro horas en el aeropuerto de Sao Paulo, llegar a Buenos Aires con las mismas expectativas de lo desconocido, montarme en un taxi rumbo a la calle Florida, dejar las maletas en el hotel y salir a caminar de noche por las frías calles de la ciudad (ahora suena: At last, Forever de Jethro Tull).

Buenos Aires me hace falta. Reconozco que particularmente hoy me hace mucha falta (ahora suena: Paper bag de Fiona Apple).

jueves, 17 de septiembre de 2009

Es como un Paraíso

Yo que soy venezolana, caraqueña específicamente, siempre he notado un fenómeno que ocurre en la ciudad y que llama poderosamente mi atención: Caracas está full de mujeres.

Vas caminando por un centro comercial y lo que ves, son grupitos de mujeres de diferentes edades corriendo detrás de algún par de zapatos o comiendo en la feria (ensalada porque la dieta y eso). Vas al gimnasio y te encuentras con el mismo grupo multitudinario de chicas que suspiran por el profe de baile (yes, we love you and you know it). Vas a un local a tomarte unos cosmopolitans con tu mejor amigA, para echarnos los cuentos y lo que hay allá son grupos de mujeres echándose cuentos. Y si vas a una de esas taguaras a las que a mi me gusta ir en jeans y camiseta para ver alguna banda cool de rock, ahí están: cientos de mujeres detrás de los pobres 4 tipos que se presentan esa noche.

Caracas es una ciudad de jevas.

Chicas no me malinterpreten, yo soy una feliz accionista de este caos y me encanta. Ustedes saben que lo que digo es verdad.

Pero en la ciudad del Sur pasa totalmente lo contrario. Obviamente estoy hablando de mi adorado Buenos Aires. Sí, allí por cada mujer hay como 7 hombres (estadística sacada por mí, que no sé nada de estadísticas, así que de repente son 6, de repente son 8) de los cuales, los 7 (o 6, u 8) son ESPECTACULARES. Es increíble. Los encorbatados, los deportistas, los malbañados, los policías, los maduritos, los jovencitos… TODOS, absolutamente TODOS son BELLÍSIMOS, y lo más importante: hay MILES. ¡Qué maravilla!.
Yo que pasé como 10 días allá, me parecieron pocos pero suficientes para darme cuenta, no sólo de eso, sino de que además los bichos son entradores, conversadores y lanzados… Y deben tener un sensor para las extranjeras; esas turistas exploradoras despreocupadas que van en busca de diversión, porque lo primero que dicen es: Hola ¿cómo te shamás?, ¿de dónde sos?. Evidentemente el acento es el ingrediente secreto. Una vez respondidas las dos primeras preguntas con la sonrisa encantadora y la mirada pícara, viene la tercera (y sin anestesia)… ¿Dónde hospedás? (ajá) y la cuarta es la mejor… ¿venís a mi casa?... Ufff lo máximo. Son hermosos y van al grano. Nada de galanterías baratas, ni poetas de servilleta. Para ellos es muy fácil… Eres venezolana, vas a estar aquí por pocos días y yo, honestamente, no necesito demasiada conversación. ¿No ves lo buenísimo que estoy?.

La sinceridad es como una cachetada, pero si es así, yo las invito a poner la otra mejilla.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cinco palitos y un circulito

(sin doble sentido)

Estaba viendo a una niña chiquitica (no de contextura, sino de edad, unos 4 años a lo sumo) sentada en un piso blanco muy blanco. En mi imagen la niña está rodeada de creyones, de pinturas, de pinceles y tiene en frente una gran hoja de papel bond. Ella la contempla silenciosa, y silenciosa toma un pincel de color rojo, lo introduce en el tarrito de pintura verde, luego lo coloca lentamente sobre la superficie y comienza a pintar. Hace líneas curvas muy fluidas, líneas rectas muy perfectas. La precisión de su trazo es impecable. Mis ojos siguen los movimientos de su manito y a ratos me distraigo viendo los hoyitos que tiene en los nudillos. No alcanzo a verle el rostro, pero reconozco las expresiones de su cara… Tiene los ojos grandes como yo… Tiene el pelo castaño oscuro como yo… Es cachetona como yo… Y tiene una boquita pequeñita, como la que tengo yo… Son las seis y un minuto y en la ciudad capital amanece con un sol radiante… Abro los ojos, me siento en la cama, pongo los pies en el piso frío y me quedo pensando un ratico en la niñita. Se parecía mucho a mí, pero esa no era yo. No sé, siento un vacío extraño… Al fin y al cabo yo sólo sé dibujar un muñeco que tiene cinco palitos y un circulito.

martes, 15 de septiembre de 2009

No es mucho… Son sólo dos cosas

Desde hace algunos días he estado pensando en sólo dos cosas.
Tengo trabajo que hacer, reuniones a las que no puedo dejar de asistir, gente que debo ver. Todo se ha ido haciendo conforme pasan las páginas de una agenda que no tengo, y yo sigo pensando en mis dos cosas:

1. Playa
2. Revólver

Playa: lugar paradisíaco en el que me gustaría estar ahorita con mi traje de baño de puntitos blancos, sin zapatos, a la sombra de mis lentes de sol, con birra helada en mano, los audífonos a todo volumen y los deditos de los pies escondidos en la arena.


Revólver: arma de fuego altamente peligroso que usaría en contra de una gran cantidad de seres en este preciso instante; con el que jugaría a la ruleta rusa (y ganaría); o simplemente un buen disco que estaría escuchando con los audífonos a todo volumen, a la orilla de la playa.

Esto se convirtió en un problema

Acabo de comprar un cuaderno. Una “libreta”, como actualmente suelen llamarle al cúmulo de hojas de papel empastadas o de espiral. (No sé, en mi época se le llamaba cuaderno). Para mí una libreta es un cuadernito chiquitico que cargas en la cartera, para anotar la lista del súpermercado, hacer dibujitos y, en tiempos remotos ya, anotar uno que otro teléfono. En fin, compré un cuaderno.

Estaba pendiente de comprar uno para poder escribir cualquier cosa y ahora que lo veo ahí: lindo, silente y nuevo, me doy cuenta de que tengo que escribir muchas cosas en él para que tenga sentido mi adquisición o no escribir nunca nada, para que sea el primero de mi colección de inútiles cuadernos.

La idea inicial de la compra del cuaderno era llenarlo, por supuesto, pero me angustia la idea de escribir una sola cosa y ya. Fin del cuaderno.

Honestamente creo que fue absurda mi adquisición. Muy fácilmente puedo escribir lo que quiera en un documento en Word o en muchos documentos en Word y guardarlos con nombres varios… y algo más. Luego guardarlos en carpetitas, muy bien organizaditos. La cagué. La cagué con los arbolitos que murieron, la cagué con mi bolsillo. ¿Qué hago?. Me preocupa el tema del cuaderno y ahora no sé qué hacer con él.

Debería volver a la tienda: “disculpe señorita vengo a devolver el cuaderno. Es lindo, silente y nuevo, pero está todo en blanco. Quisiera cambiarlo por un libro, cualquiera. Un cúmulo de hojas de papel empastado que esté FULL de palabritas. Sí, ya no quiero el cuaderno, no me gusta que me mire y me haga sentir culpable. No puedo tener un cuaderno lindo, silente y nuevo que esté lleno de páginas vacías. Muchas gracias”.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Café frío

En algún lugar, probablemente cerca, sobre una mesa de algún sitio chic o no tan chic descansa un pequeña taza (de porcelana, de peltre, blanca, azul, marrón), una taza que se está cansando de esperar. Pobrecita está impaciente. Ve a la gente pasar, ve muchas otras tazas ir y venir, ve los días y las noches. Se olvidaron de la taza.
El tipo de café no importa (con leche, marrón oscuro, marrón claro, guayoyo, largo, recortao, negro bien cargao), lo que importa es que en algún lugar, probablemente cerca, sobre una mesa de algún sitio chic o no tan chic se está muriendo una taza.

“Vamos a tomarnos un café” ¿qué se supone que significa eso?, ¿será que tú y yo algún día iremos a tomarnos un sólo café?, entonces diríamos “señor, nos trae un café para compartir, por favor”. UN café. Bueno está bien pues, tú y yo nos tomaremos UN café (uno sólo), pero ¿cuándo?. Ajá. Sólo silencio.

El café llegó a la mesa. La taza ahorita está en la mesa. No importa la mesa, lo que importa es que en algún lugar probablemente cerca, sobre una mesa de algún sitio chic o no tan chic descansa sin ningún sentido un café… Un café frío.

“Déjà Vu”

Sin música, la vida sería un errorFriedrich Nietzsche

Escuchando el nuevo disco de Cerati empecé a experimentar un trance bastante dulce. Ya Caracas no era como suele ser todos los días. El ruido era prácticamente sordo, la gente era totalmente invisible y el aire tenía un toque a madera, a vino, a tango. Por segunda vez estaba en Buenos Aires.

Recordaba las calles llenas de pequeños pasos de los más grandes: Cortázar, Piazzola, Alberti, Mallmann, Batistuta. También venía a mi memoria el brillo del sol reflejándose en el rostro del San Martín de la Plaza. El clima frío y fresco y un sol tibio. ¡Perfecto!.

Los hambrientos peces Koi naranja del Jardín Japonés. Las flores de la calle FLORIDA. Las milhojas del Café Tortoni. La respetable pareja de viejitos demostrando cómo es que se baila la milonga. La pizza de San Telmo, el vino de San Telmo, el olor de los libros viejos del mercadito de San Telmo.

Sí, una ciudad donde todos los Aires son Buenos. Todos los vinos son Buenos. Todos los argentinos están Buenos. Todos los taxistas son Buenos. Los centros comerciales son Buenos. Todos los alfajores son Buenos. Todos los locales, los bares, los tugurios son Buenos. Todos los argentinos ESTÁN Buenos (en serio) y cuando a ellos les gusta mucho algo, siempre dicen “está Bueno”. Divertidísimos.

El verde de la grama y de los árboles es el más verde de los verdes. Buenos Aires es verde en otoño y el otoño es la estación en la que me gusta bajarme (¿y quedarme?). Creo que Gustavo tiene razón, es una Fuerza Natural y no debe tener otra explicación.

Buenos Aires tiene algo. Algo de belleza, algo de sinceridad, algo de Europa y algo de América Latina, algo de picardía, algo (mucho) de cultura. Tiene la Av. Alcorta (cicatriz), la Bombonera, un antiguo “Subte”, nombres como Martina o Betina, el mejor tour en bicicleta, papas de todas las clases, una flor plateada y gigante, una avenida de muchísimos canales y un restaurante que se llama Siga la Vaca que tiene un vaquita rechoncha a un lado de la entrada. Yo intenté seguirla, pero ella nunca se movió.

De pronto Cerati me contaba que había visto a Lucy con un vestido liviano, Cerati contaba hasta diez, hasta once, hasta doce, hasta trece, y paró de contar… Estación Altamira… Caracas.

martes, 7 de julio de 2009

Este es un dibujo

Este es un dibujo. Un dibujo de tus formas. Un dibujo. Una delgada línea vertical. Muy delgada, muy vertical y de un tono tostado. Ahora otra línea, la misma línea; paralela. Un rostro desconocido, una forma casi perfecta, casi irrepresentable. Un rostro sombreado y un golpe de luz en los ojos. La copa de un árbol sobre tus hombros: una rama, otra rama, otra y otra.
Este es un dibujo. Un dibujo que tiene dibujos. Retratos de ti, recuerdos de ti.
Este es un dibujo hecho a trazos con tus retazos: pedacitos todos verdes.
Este es un dibujo con lo poco que sé (de dibujo y de ti), pero es un dibujo, hecho con pocos colores.
Este es un dibujo a ciegas pero a tientas. Este es un dibujo tenue, este es un dibujo hecho con agua, con aire, con tierra y con fuego. Este es un dibujo con carga positiva y negativa. Este es mi dibujo, donde apareces tú: dos líneas que se unen, dos líneas que se separan; líneas que te sostienen. Este es un dibujo sordo, un dibujo sin técnica, sin tácticas; un dibujo mudo.

Este es tu dibujo. Este es un dibujo.

lunes, 29 de junio de 2009

Serie "Intangibles"

Amarillo
En la palma de tu mano, se siente el calor del primer rayo de sol. Es amarillo. Como la miel, como el ámbar, como millones de girasoles. Amarillo, uno de los maravillosos colores del arco-iris. Sabes cuál es, sabes cómo se ve, cómo se siente y, a veces, hasta a qué sabe… y aún así, no lo puedes tocar.

Verde
Si miras a través de tu ventana lo verás en cualquier parte. Una hoja que se desprende suavemente de un árbol, un pequeño parque por el que correrá algún niño, una cinta sujetando el cabello de una silenciosa mujer. Una cinta, un parque, una hoja… verde. De color verde, como toda la naturaleza; tan profundo, tan infinito… y aún así, no lo puedes tocar.

El viento
Aún con los ojos abiertos, nunca lo podrás ver. Aunque separe cada hebra de tu cabello, aunque te acaricie suavemente la espalda, aunque desordene los papeles de tu escritorio. El viento. Sabes que está ahí, lo sientes… y aún así, no lo puedes tocar.

El tiempo
Tic, tac… Tic, tac. Las agujas del reloj te dirán la hora; el Cucú de la sala saldrá por la puertita y cantará varias veces. Harás una pausa durante el día y las agujas seguirán girando. Harás uso de tu memoria y recordarás el sabor de aquella golosina que compartiste con alguien en el recreo; el Cucú volverá a cantar y pensarás en los hijos que algún día tendrás y en los lugares que visitarás. Y el tiempo seguirá corriendo. Incansable, imparable tiempo. Avanza, se mueve como tú y como yo… y aún así, no lo puedes tocar.

Las nubes
Como el dulce sabor del algodón de azúcar, como la suavidad de aquel copo con el que te curaron las heridas, así se ven las nubes en el cielo. A veces blancas y de diferentes formas, a veces anaranjadas y como pinceladas de un cuadro al óleo, a veces grises anunciando lluvia. Las nubes hablan, las nubes dicen. Las ves desde aquí abajo y estás seguro de que existen… y aún así, no las puedes tocar.

miércoles, 10 de junio de 2009

Odet

Alicia me puso mi madre. Alicia es mi nombre de pila.
Alicia Gómez Guerrero, de los Guerrero de Mar de Plata.
Me gusta Alicia, Alicia la niña, Alicia de día.
Odet me puso Graciela. Odet es mi nombre nocturno.
Odet a secas, sin registro ni apellido.
A todos les gusta Odet. Odet es mi nombre nocturno.
Odet, Odet, se oye Odet; se oye cómo pronuncian mi
nombre por el largo corredor, y dentro de cada puerta
fluye el deseo de susurrar ese nombre cerquita
de mi oído ya cansado.
Tantas noches Odet, tantos cuerpos Odet…
Alicia me puso mi madre.

Las vainas

Rairú Rebolledo (mi duplita) y yo tripeamos burda haciendo esto.
Gracias a la gente de Prime Time y a nuestro músico estrella Roberto Tarzieris.