viernes, 4 de septiembre de 2009

“Déjà Vu”

Sin música, la vida sería un errorFriedrich Nietzsche

Escuchando el nuevo disco de Cerati empecé a experimentar un trance bastante dulce. Ya Caracas no era como suele ser todos los días. El ruido era prácticamente sordo, la gente era totalmente invisible y el aire tenía un toque a madera, a vino, a tango. Por segunda vez estaba en Buenos Aires.

Recordaba las calles llenas de pequeños pasos de los más grandes: Cortázar, Piazzola, Alberti, Mallmann, Batistuta. También venía a mi memoria el brillo del sol reflejándose en el rostro del San Martín de la Plaza. El clima frío y fresco y un sol tibio. ¡Perfecto!.

Los hambrientos peces Koi naranja del Jardín Japonés. Las flores de la calle FLORIDA. Las milhojas del Café Tortoni. La respetable pareja de viejitos demostrando cómo es que se baila la milonga. La pizza de San Telmo, el vino de San Telmo, el olor de los libros viejos del mercadito de San Telmo.

Sí, una ciudad donde todos los Aires son Buenos. Todos los vinos son Buenos. Todos los argentinos están Buenos. Todos los taxistas son Buenos. Los centros comerciales son Buenos. Todos los alfajores son Buenos. Todos los locales, los bares, los tugurios son Buenos. Todos los argentinos ESTÁN Buenos (en serio) y cuando a ellos les gusta mucho algo, siempre dicen “está Bueno”. Divertidísimos.

El verde de la grama y de los árboles es el más verde de los verdes. Buenos Aires es verde en otoño y el otoño es la estación en la que me gusta bajarme (¿y quedarme?). Creo que Gustavo tiene razón, es una Fuerza Natural y no debe tener otra explicación.

Buenos Aires tiene algo. Algo de belleza, algo de sinceridad, algo de Europa y algo de América Latina, algo de picardía, algo (mucho) de cultura. Tiene la Av. Alcorta (cicatriz), la Bombonera, un antiguo “Subte”, nombres como Martina o Betina, el mejor tour en bicicleta, papas de todas las clases, una flor plateada y gigante, una avenida de muchísimos canales y un restaurante que se llama Siga la Vaca que tiene un vaquita rechoncha a un lado de la entrada. Yo intenté seguirla, pero ella nunca se movió.

De pronto Cerati me contaba que había visto a Lucy con un vestido liviano, Cerati contaba hasta diez, hasta once, hasta doce, hasta trece, y paró de contar… Estación Altamira… Caracas.

4 comentarios:

  1. Sólo debo decir. Maravillosa manera de comenzar, excelente desenlace. Increíble el paseo y juego mental que me llevo a lo mejor de esa maravillosa ciudad. Gracias, como siempre, por hacer el mejor uso de las letras.

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  2. Totalmente de acuerdo con TUQUEQUITA. De verdad que si. Excelente, por unos instantes te sientes en Argentina y luego PLASSSSS caes de nuevo en el realismo magico Caraqueño. Saludos desde el Imperio

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  3. Cuando pienso en mi amada ciudad recuerdo siempre aquella frase de Sabina, según la cual México lo atormenta, pero Buenos Aires lo mata. Quizá sea porque tiene esa magia de hacernos ver todo bien, cuando en realidad no es así.

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  4. Encontré un espejo.
    Ningún Aire es más BUENO

    puta nostlagia!

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