martes, 15 de septiembre de 2009

Esto se convirtió en un problema

Acabo de comprar un cuaderno. Una “libreta”, como actualmente suelen llamarle al cúmulo de hojas de papel empastadas o de espiral. (No sé, en mi época se le llamaba cuaderno). Para mí una libreta es un cuadernito chiquitico que cargas en la cartera, para anotar la lista del súpermercado, hacer dibujitos y, en tiempos remotos ya, anotar uno que otro teléfono. En fin, compré un cuaderno.

Estaba pendiente de comprar uno para poder escribir cualquier cosa y ahora que lo veo ahí: lindo, silente y nuevo, me doy cuenta de que tengo que escribir muchas cosas en él para que tenga sentido mi adquisición o no escribir nunca nada, para que sea el primero de mi colección de inútiles cuadernos.

La idea inicial de la compra del cuaderno era llenarlo, por supuesto, pero me angustia la idea de escribir una sola cosa y ya. Fin del cuaderno.

Honestamente creo que fue absurda mi adquisición. Muy fácilmente puedo escribir lo que quiera en un documento en Word o en muchos documentos en Word y guardarlos con nombres varios… y algo más. Luego guardarlos en carpetitas, muy bien organizaditos. La cagué. La cagué con los arbolitos que murieron, la cagué con mi bolsillo. ¿Qué hago?. Me preocupa el tema del cuaderno y ahora no sé qué hacer con él.

Debería volver a la tienda: “disculpe señorita vengo a devolver el cuaderno. Es lindo, silente y nuevo, pero está todo en blanco. Quisiera cambiarlo por un libro, cualquiera. Un cúmulo de hojas de papel empastado que esté FULL de palabritas. Sí, ya no quiero el cuaderno, no me gusta que me mire y me haga sentir culpable. No puedo tener un cuaderno lindo, silente y nuevo que esté lleno de páginas vacías. Muchas gracias”.

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