jueves, 17 de septiembre de 2009

Es como un Paraíso

Yo que soy venezolana, caraqueña específicamente, siempre he notado un fenómeno que ocurre en la ciudad y que llama poderosamente mi atención: Caracas está full de mujeres.

Vas caminando por un centro comercial y lo que ves, son grupitos de mujeres de diferentes edades corriendo detrás de algún par de zapatos o comiendo en la feria (ensalada porque la dieta y eso). Vas al gimnasio y te encuentras con el mismo grupo multitudinario de chicas que suspiran por el profe de baile (yes, we love you and you know it). Vas a un local a tomarte unos cosmopolitans con tu mejor amigA, para echarnos los cuentos y lo que hay allá son grupos de mujeres echándose cuentos. Y si vas a una de esas taguaras a las que a mi me gusta ir en jeans y camiseta para ver alguna banda cool de rock, ahí están: cientos de mujeres detrás de los pobres 4 tipos que se presentan esa noche.

Caracas es una ciudad de jevas.

Chicas no me malinterpreten, yo soy una feliz accionista de este caos y me encanta. Ustedes saben que lo que digo es verdad.

Pero en la ciudad del Sur pasa totalmente lo contrario. Obviamente estoy hablando de mi adorado Buenos Aires. Sí, allí por cada mujer hay como 7 hombres (estadística sacada por mí, que no sé nada de estadísticas, así que de repente son 6, de repente son 8) de los cuales, los 7 (o 6, u 8) son ESPECTACULARES. Es increíble. Los encorbatados, los deportistas, los malbañados, los policías, los maduritos, los jovencitos… TODOS, absolutamente TODOS son BELLÍSIMOS, y lo más importante: hay MILES. ¡Qué maravilla!.
Yo que pasé como 10 días allá, me parecieron pocos pero suficientes para darme cuenta, no sólo de eso, sino de que además los bichos son entradores, conversadores y lanzados… Y deben tener un sensor para las extranjeras; esas turistas exploradoras despreocupadas que van en busca de diversión, porque lo primero que dicen es: Hola ¿cómo te shamás?, ¿de dónde sos?. Evidentemente el acento es el ingrediente secreto. Una vez respondidas las dos primeras preguntas con la sonrisa encantadora y la mirada pícara, viene la tercera (y sin anestesia)… ¿Dónde hospedás? (ajá) y la cuarta es la mejor… ¿venís a mi casa?... Ufff lo máximo. Son hermosos y van al grano. Nada de galanterías baratas, ni poetas de servilleta. Para ellos es muy fácil… Eres venezolana, vas a estar aquí por pocos días y yo, honestamente, no necesito demasiada conversación. ¿No ves lo buenísimo que estoy?.

La sinceridad es como una cachetada, pero si es así, yo las invito a poner la otra mejilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario