sábado, 24 de abril de 2010

Es una linda iniciativa

Paseándome por los blogs que visito regularmente, me encontré con algo realmente increíble.

Aquí les dejo los links para que lo vean por ustedes mismos.



Sólo me queda agradecer a La Perfecta por incluir al Rinoceronte de América Latina en este proyecto tan finísimo, esperar el afortunado encuentro con un buen libro en algún lugar de Caracas y terminar de leerme alguno pronto, para luego poder compartirlo con ese extraño tan amante de las letras como yo.

miércoles, 14 de abril de 2010

El Oficio de Escribir

Porque escribir de escribir nunca es fácil…

Después de haber leído tanto, aunque no tanto como yo quisiera, después de haber elegido una carrera como Letras y después de haber encontrado entre mi ropa una serie de cuadernos llenos de buenos y malos textos (en su mayoría malos), era más que obvio para mí que escribir es el oficio, el ejercicio y el hobby que mejor me queda.

Los intentos por escribir algo realmente bueno casi siempre han sido fallidos, por la inconformidad que siento al haber terminado algo y llegar a conclusiones y juicios duros, pero que inevitablemente hay que hacer: “esto no quedó como yo pensaba”, “nadie nunca debería leer esto”, “aquí no debí poner que el gato era verde sino azul o ¿será que el gato debió haber sido una jirafa y nunca un gato?”. Las posibilidades de la escritura son infinitas y los juicios también (sobretodo los propios), sin embargo, es algo que me encanta hacer; el producto terminado es gratificante porque por fin quedó, pero para mí lo lindo es todo el proceso, justo como está ocurriendo ahora.

Es realmente delicioso tener ideas todo el tiempo. Sería mucho mejor si tuviera un lápiz en la mano derecha, en vez de un dedo índice y una hoja en blanco, en vez de una memoria traicionera.

Las ideas, traicioneras también, suenan muy bien en el silencio del momento en que se despiertan, pero la batalla para ponerlas en el papel siempre ha sido a muerte y casi siempre muero yo. No quisiera caer en lugares comunes y mucho menos provocar lástima (ni la del lector, ni la mía), sólo creo que toda manifestación de algo, siempre luchará por ser perfecta y sus creadores así lo perciben. La exigencia forma parte del desafío y siempre será la parte más difícil.

Dedicarme a esto y obligarme a hacerlo por mi cuenta todos los días, siempre será una angustia necesaria, deseada y por supuesto deseable. Andar corriendo detrás de las musas para poder atrapar alguna es agotador, mucho más aún si ellas (muy burlonas) no se dejan atrapar con facilidad y es por eso que, para dejar el juego, debo ser más dedicada y menos cómoda, debo convencerlas de venir (nunca por la fuerza) a sentarse y conversar un rato.

El oficio de escribir es fascinante y cuando trata bien a quien lo practica es fluido como el agua, es como una palabra infinita escrita con letra corrida. El mundo, la gente y las cosas estarán ahí hasta el fin de los tiempos para ser descritas, admiradas, rescatadas del olvido; siempre habrá tinta y espacios vacíos en los que se pueden derramar recuerdos, ficciones, sueños (hasta lo más oscuros) y si están ahí, mi deber como aprendiz es usar y abusar de ellos.

martes, 6 de abril de 2010

El KINO será verdad?

Es que según entiendo, el papelito ese está carísimo, pero estoy así como necesitando millones y millones de los fuertes.
Si alguno de ustedes lectores se lo ha ganado agradecería el testimonial.

OJO: no se vale al amigo de un sobrino que es el novio de la madrina del señor del abasto.

Gracias!

Llegó la gente…

Es increíble lo diferente que se ve Caracas hoy, no es que haya cambiado demasiado, digamos que en apariencia es la misma cosa, me refiero a lo distinto que es su comportamiento cuado llegan los “temporadistas”.

Hace una semana exactamente se respiraba un silencio típico de los “asuetos” y atravesar la ciudad desde El Hatillo hasta Altamira era cosa de quince minutos más o menos. Increíble, pero cierto.

Decía que justamente hoy Caracas amaneció diferente, porque es verdad; algo raro sucede los lunes después de vacaciones, nadie sabe si la gente decide tomarlo como un día libre más o si todo el mundo se queda dormido, después de haber llegado a las mil y quinientas de un largo viaje por carretera la noche anterior. Lo cierto es que los lunes después de vacaciones la ciudad sigue como vacía. Ya los martes es otra cosa: el corneteo furioso, el gentío en la calle, el tráfico de siempre.

Esto probablemente ante sus ojos (y los míos) sea más de lo mismo y así es, pero no podía dejar escapar la oportunidad de contarles las consecuencias de estas cosas.

Cuando uno hace un viaje muy muy largo en carro, las probabilidades de encontrar pequeños cadáveres de animales es altísima, es algo doloroso, pero muy normal y muy común. Una vez escuché a alguien decir que los perros muertos al borde de una calle son producto del suicidio, me llamó bastante la atención; ¡claro!, tiene todo el sentido del mundo, si son pobres perritos hambrientos que no tienen donde dormir ni nada, eligen lanzársele a las ruedas de un carro y terminar con su sufrimiento (pobrecitos), pero es una interesante observación y siempre pensaré en eso cuando los vea ahí, como ese ser que ya no es perro, ni es vida, ni es nada.

Volviendo a los cadáveres. Una cosa es verlos a 80 ó 100 Km/h, lo divisas de lejos, te le acercas (porque no te queda de otra, está en la vía), curioseas un poco para diferenciar la especie, volteas rápido para no ser tan masoquista y al cabo de unos segundos ya le dejaste el pelero. Nada agradable. Luego, un silencio breve por el desgraciado animalito y a otra cosa mariposa (suena feo, pero es la verdad). Pero peor es caminar con la resignación de siempre, esa sensación de “la calle es un basurero, pero no hay nada que hacer” y conseguirte con el muertito ahí, al lado de la acera por la que tus pies están pasando. Era un gatico. De lejos parecía blanco con manchas negras o negro con manchas blancas y tenía a su lado todas las cositas que, antes del accidente, lo mantenían vivo. Me pareció muy extraño, (¿un gato?) y muy triste la verdad. Me pareció terrible que su última vida se la haya llevado un despiadado “temporadista”… el día que llegó la gente.