jueves, 8 de octubre de 2009

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Cada cosa tiene su espacio y el espacio en mi corazón que te pertenece es grandísimo. Cuando te tengo cerca tu imagen está viva; pero cuando te vas tengo que cerrar los ojos para recordar cada detalle. Haré lo mejor posible.

El brillo de algunas de tus canas resplandece con el sol, tus cejas son gruesas y se despeinan sin remedio; a veces parecen dos ciempiés intentando escapar de tu cara, pero no; ellos siempre están allí, admirando todas las cosas que ves, los sitios a los que vas.

La genética te hizo demasiada justicia con el verde de tus ojos (ese verde que mis cromosomas no tuvieron) y deben estar cansados de tanto leer. Tienes una nariz grande de tipo interesante y junto a ella tienes tres pecas que dibujan un triángulo perfecto que le hacen compañía. Tu boca dice muchas cosas y casi todas son verdad. Tus manos se hicieron para la música y escucharte tocar una guitarra es tan sublime como divertido (sublime porque reconozco en ti un don del que a veces dudas y divertido porque podemos cantar cualquier cosa… cualquiera). También pueden pintar cuadros, componer música, esculpir el rostro de lo que parece ser un hombre, hacer las mejores pizzas que he probado, cambiar los canales de TV con maestría, entre otras cosas varias. Todas me gustan. Todas me sorprenden

Eres muy serio (la mayor parte del tiempo), hablas poco, duermes poco, fumas mucho y bebes más, pero eres lo máximo. Para mí, eres el mejor.

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